El presidente del Gobierno tiene una idea caprichosa sobre la naturaleza del liderazgo. El líder nace, no se hace y es misión muy principal de todos apuntalar su jefatura. Al líder viene a pasarle como al coronavirus, que es dinámico y no estático y ayer, el dinámico presidente del Gobierno anunció un Consejo de Ministros de carácter extraordinario en el que va a declarar el estado de alarma durante quince días, según el procedimiento descrito en el artículo 116.2 de la Constitución, a saber, un decreto del que deberá dar cuenta al Congreso de los Diputados “reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo”. No hay manera de saber qué querrá decir “reunido inmediatamente al efecto”, si es al efecto de conocer el decreto o para su prórroga más allá de los primeros quince días.
Los estados de alarma, de excepción y de sitio constituyen supuestos extraordinarios, el primero de los cuales fue declarado por el Gobierno de Zapatero con motivo de la huelga de controladores aéreos en diciembre de 2010. Su declaración permitirá a partir de mañana la limitación de la circulación o la permanencia de las personas o los vehículos en horas y lugares determinados o bien prohibir determinadas concentraciones a partir de un determinado número de asistentes. El Gobierno de coalición progresista, como ya saben ustedes, no solo permitió, sino que alentó y estimuló 55 manifestaciones en Madrid, en las que seguramente se infectaron la ministra de Igualdad, Irene Montero, en la manifestación que ella misma encabezada y la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, en la que lideraba Carmen Calvo.
La ministra Montero se contagió con toda probabilidad en la marcha de Madrid que dirigía. Digo esto porque dos días antes había sido ministra de jornada con la Reina Letizia, a la que besuqueó con desprecio del protocolo y del peligro. Los Reyes se sometieron voluntariamente a análisis, dados los precedentes. El resultado negativo del test quizá haya dado la razón al ministro de Sanidad y su sorprendente dictamen de que la infección, el cambio de situación se produjo el domingo al anochecer. No digo que no, pero me imagino que el presidente Macron y su esposa debieron de sorprenderse cuando menos un poco al enterarse de que sus invitados se habían el análisis del coronavirus a pesar de la asepsia y la falta de contacto físico con sus anfitriones franceses. El discurso del Rey fue excelente, como se podía esperar.
El presidente Sánchez cultiva una idea del liderazgo compartido y llama coordinación a cualquier cosa, por ejemplo a lo que él mantiene con las Comunidades Autónomas. Para muestra vale el botón de García-Page, que menudo papelón, enterarse del cierre de los centros educativos por un tuit de su presidente del gobierno y secretario general. Mañana habrá una reunión telemática del presidente con los autonómicos, que en algunos casos ya se habían adelantado por su. Cuenta, un suponer, el lehendakari Urkullu, que ya había anunciado su declaración de emergencia sanitaria para Euskadi, antes de someterla a consenso con el resto de las fuerzas políticas vascas. Sánchez no lo sabe, pero para ser un líder hay que ir delante, no detrás.