ABC 20/10/16
· El promedio de Policía y Guardia Civil ha sido de un etarra capturado cada dos semanas
La primera detención tras el anuncio del cese de la violencia de ETA el 20 de octubre de 2011 se produjo tan solo seis días después en Bayona (Francia) y el último golpe a la banda data del pasado 12 de octubre, cuando al norte de Francia se descubrió un importante zulo con un total de 145 armas cortas. Entre una operación y otra han mediado cinco años sin atentados y sin sangre, pero en los que el Gobierno no ha reducido la presión contra los pistoleros –«todos los instrumentos de la lucha contra ETA van a seguir activos», sentenció el ministro Jorge Fernández en su toma de posesión–, y ha confiado cada paso a la «estricta aplicación de la ley» y la actuación «impecable e implacable de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado».
El resultado de la aplicación de esos compromisos son los 168 arrestos realizados dentro y fuera de España con posterioridad al comunicado que ponía fin al terror etarra, lo que arroja –como subraya un informe de Interior al que ha tenido acceso este diario– una significativa media de una detención cada dos semanas. El récord durante este lustro lo constituyen las 51 registradas a lo largo de 2013, –incluidas las de 18 dirigentes de Herrira, asociación de apoyo a los presos de ETA, llevadas a cabo en un mismo día–, mientras que este 2016, el balance de apresados se ha reducido a dos. Quedan menos terroristas en libertad y por eso las detenciones escasean, explican fuentes oficiales.
Adiós a la cúpula de 2011
Pero quizás más relevante que los números ha sido el calado de muchas de las operaciones desarrolladas en este tiempo por la Policía Nacional y la Guardia Civil –gran parte en colaboración con otros países–, gracias a las cuales han ido cayendo uno tras otros todos los líderes que mandaban en ETA en el momento en que hizo público que no mataría más. A saber: en julio de 2015 se atrapa en Osses (Francia) a Xabier Goyenechea e Iñaki Reta de Frutos, jefes de la estructura técnico-logística y en septiembre son capturados también en suelo galo los dos máximos dirigentes de la banda, David Pla e Iratxe Sorzabal. Poco más tarde, la detención en París de Egoitz Urririkoetxea –hijo de Josu Ternera– abortaría además el relevo en la cúpula.
El desmontaje de la dirección se desarrolló en tres meses, pero antes se descabezó el aparato militar a cargo de Oroit Gurruchaga y el logístico controlado por Izaskun Lesaka, detenidos en mayo y octubre e 2012 respectivamente. En febrero de 2013, se arrestaba también a los custodios de los arsenales y los zulos, Oier Ibarguren Sarsola y Montxo Arkaiz.
Los avances sobre el terreno han sido nítidos, otra cosa ha sido la administración del cese del fuego desde el ámbito político, en el que el Gobierno ha tenido que enfrentarse a críticas de inmovilismo. Hoy mantiene su negativa rotunda a ningún tipo de negociación con ETA, que una y otra vez ha pretendido abrir esa vía a cambio de disolverse y entregar las armas. En febrero de 2014 escenificó unilateralmente esto último en una farsa frente a una autodenominada comisión internacional de verificación, que nunca fue reconocida por las autoridades españolas y francesas. En el camino del desarme sí han funcionado, una vez más, las herramientas legales y policiales que
destaparon en Biarritz (mayo de 2015) y la pasada semana en Carlepont importantes depósitos, que la banda presuntamente pretendía canjear por un diálogo sobre sus presos.
Tolerancia cero
Lo encontrado en el último zulo hay que detraerlo del arsenal que, según formuló la Policía francesa ante un juez, mantenía ETA en el verano del año pasado: más de 200 armas cortas, 500 kilos de polvo de aluminio y otras sustancias para fabricar explosivos, componentes electrónicos, 50.000 unidades de munición, amén de otros recursos procedentes del mercado negro nunca descubiertos.
En el cerco a lo que queda del terror etarra cabe destacar la eficaz colaboración judicial internacional, particularmente en materia de extradiciones o entregas de miembros de ETA, de las que se han ejecutado 77 desde el comunicado de octubre de 2011, 59 de ellas desde Francia y el resto desde Bélgica, Reino Unido e Italia.
Al margen, conviene no olvidar que la actuación de Policía Nacional, Guardia Civil y también la Ertzaina se extiende a los delitos de enaltecimiento del terrorismo dentro y fuera de internet, que solo en 2015 dieron lugar a 25 sentencias, 19 de ellas con condenas que suelen incluir un año de prisión.