La Guardia Civil tiene claro que Daniel Fernández Aceña, el que fuera miembro de los GAL y condenado en los años 80, se había integrado ahora en las filas del yihadismo y había alcanzado un grado de exaltación que hacía temer que pudiera perpetrar algún atentado terrorista. Detenido ayer, Aceña tenía mecanismos para acceder a armas, lo que hacía que su potencial peligrosidad se hubiera elevado al grado máximo.
Según explicaron fuentes de la lucha antiterrorista, Fernández Aceña, terrorista de los GAL condenado por el asesinato del ferroviario francés Jean Pièrre Leiba en Hendaya en 1984, había viajado a zonas de conflicto como Siria o Afganistán y había tenido allí vínculos directos con el Daesh.
Fernández Aceña, natural de Irún, participó en el crimen de Leiba, al que los GAL confundieron con un miembro de ETA. Se le llegó a vincular también con el último asesinato cometido por esta banda terrorista, el de Juan Carlos García Goena, quien también fue confundido con otro etarra y por cuyo crimen aún hay abierto un procedimiento en la Audiencia Nacional. Sobre él también había sospechas de que realizaba labores de «información» en el sur de Francia señalando a posibles etarras, que enviaba a mandos de la Guardia Civil de la época.
Treinta años después de estos hechos, la Guardia Civil lo detuvo de nuevo a primera hora de la mañana de ayer en Segovia. Durante sus estancias en países en conflicto, Aceña dejó clara su intención de perpetrar atentados e «incluso de participar en un atentado suicida», explican desde el Ministerio del Interior.
La Guardia Civil apunta que desde verano hasta ahora su proceso de radicalización había sido total y «tenía la determinación de cometer un atentado terrorista».
Los investigadores, en coordinación con el Juzgado Central número 3 de la Audiencia Nacional, consideran a Fernández Aceña como un individuo muy peligroso. Tal nivel de peligrosidad estimaban que en la detención participaron agentes de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, ante el riesgo de que estuviera armado y recibiera a tiros a los agentes.
Entre el material incautado en los registros los agentes encontraron vídeos «escabrosos» que incluyen imágenes de decapitaciones y que el detenido poseía con el objetivo de «adoctrinar a otros» y continuar con su convencimiento, según indicó la subdelegada del Gobierno en Segovia, Pilar Sanz. El detenido era además muy activo en redes sociales.