Un ministro popular

Santiago González, EL MUNDO 05/12/12

Hace algunos años, en un supermercado que por entonces frecuentaba, una parroquiana pidió al carnicero 100 gramos de jamón york. «¿Del bueno?», preguntó el hombre con deferencia profesional. «No», respondió escuetamente la señora con mucha determinación. Me ha venido la anécdota a la memoria al ver que La Vanguardia ha sometido a encuesta entre sus lectores la siguiente pregunta: «¿Crees que el Govern de Catalunya debe aplicar la ley Wert de mejora educativa?»

¿Por qué no querrán mejorarla? Probablemente porque les gusta así, para que los escolares aprendan que Colón era un príncipe catalán que descubrió América para Cataluña y eso explica que la bandera de EEUU, stars and stripes, esté copiada de la señera. Más concretamente de la estelada, aunque hayan puesto más barras y estrellas, se conoce que tienen mejor financiación. Y también que la contienda civil de 1936 fue una guerra de España contra Cataluña. Observen que el diario del Grande no pregunta si son partidarios de que el Gobierno tramite el proyecto Wert hasta convertirlo en ley, sino por la conveniencia de que la Generalitat aplique la ley. La conselleraRigau, después del portazo de ayer, anunció que no la cumplirá.

Este ministro es el único que no parece sufrir por su posición en la escala de preferencias. Nadie se había atrevido a proponer tal cosa en los últimos 35 años. El mismo borrador del Ministerio muestra cierta confusión. No se trata, ni puede tratase de que la ley «procure el dominio de ambas lenguas oficiales por los alumnos». Multipliquemos por menos uno. ¿Cómo podría evitarse que los escolares dominen una lengua que hablan más de 400 millones de personas en el mundo? Se trata sencillamente de que todos los ciudadanos españoles puedan educarse en la «lengua española oficial del Estado», según define la C.E. de 1978, la lengua común, y de que los padres puedan exigir la educación en esa lengua para sus hijos.

Se trata de que la Generalitat cumpla las sentencias que reiteradamente desacata. Concretamente la del Tribunal Constitucional de 28 de junio de 2010 sobre el Estatut y las cinco sentencias del Supremo que desde entonces se han basado en ella para declarar improcedente la inmersión lingüística. La última, del 12 de junio de 2012.

Wert tiene la culpa de que Oriol Junqueras sea independentista. La reforma educativa es la prueba de que necesitamos la consulta, ha venido a decir el hombre. Ah, si Wert no hubiera tenido el atrevimiento de hacer una ley de mejora de la Educación. Aún están a tiempo: retiren el proyecto y llamen «mi lengua propia», mejor aún «mi lengua materna» a la que peor hablan de las dos. Moveremos conmiserativamente la cabeza como cuando trataba de expresarse en catalán el honorable Pep Montilla. Todas las putas serían honestas Ramonetas y Oriol Junqueras no habría dejado de ser un prudente autonomista si no fuera por José Ignacio Wert.

Santiago González, EL MUNDO 05/12/12