IGNACIO CAMACHO-ABC

El marianismo ha caducado. Ya no sirve como argumento para construir un relato. Ni para combatirlo ni para prolongarlo

MÁS allá de las primarias del PP, la verdadera incógnita del centro-derecha español es la de cuál va a ser su partido de referencia. Antes de la moción de censura Ciudadanos parecía haber ganado la apuesta, pero esa convicción provocó un error fatal de Rivera: se empeñó en forzar elecciones anticipadas y acabó como espectador del asalto al poder de la izquierda. Ahora ha cambiado el tablero y es probable que el vuelco en el Gobierno haya equilibrado la correlación de fuerzas. La competencia entre las dos formaciones está muy abierta y se decantará hacia la que mejor sepa reformular su estrategia y adaptarse a un escenario distinto en el que ya no sirven las antiguas certezas.

La clave reside en el modo en que unos y otros entiendan que el marianismo ha caducado. Que ha dejado de ser, para bien y para mal, un argumento sobre el que construir un relato, que ninguna propuesta política puede basarse ya en combatirlo ni en prolongarlo. Y que si el PP cae en la tentación de mirarse en el espejo de su pasado inmediato se equivocará tanto como si Cs pretendiera aferrarse a un antimarianismo sin Mariano. Pero sobre todo, hay un error que no perdonará el electorado, y es que con el PSOE en el poder y con Podemos y los nacionalistas a su lado, cualquiera de los dos se equivoque de adversario.

El de Pedro Sánchez puede ser el último Gabinete monocolor en mucho tiempo, y es evidente que con su precariedad parlamentaria va a sufrir apuros muy serios. Con alta probabilidad habrá dos o más fuerzas en el próximo Gobierno porque la quiebra del bipartidismo impone una cultura de acuerdos. El futuro pertenece a quien antes comprenda hasta qué punto se ha transformado el paisaje político que conocemos y cómo el que se está configurando exige intuición y cintura para adelantarse a los acontecimientos. Los bloques ideológicos van a seguir existiendo pero fraccionados y con numerosos vasos comunicantes internos. La nueva alineación de poder, en la que socialdemocracia se ha separado –con matices– del bloque constitucional, requiere que los agentes representativos de la derecha y el centro sean capaces de asimilar que, si no ellos, sus votantes comparten un mismo modelo de sociedad aunque lo encarnen dos proyectos.

Ganar a Sánchez no resultará fácil. Tiene habilidad para la propaganda y la iniciativa para manejar el debate. La última encuesta del CIS refleja una relajación palpable, como si los españoles, acostumbrados a la hegemonía mental socialdemócrata, considerasen que las cosas han vuelto a su natural cauce. La construcción de una mayoría alternativa exigirá un esfuerzo importante; ni a Cs le basta con su ambigüedad táctica ni al PP con su ya quebrada capacidad de aguante. Vienen malos momentos para los liberales, y ya que están desunidos convendría que al menos no vuelen los puentes sobre los que a medio plazo pueden encontrarse.