IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

A ver si me explico. Todas las medidas que voy a comentar me parecen necesarias, a la vista de cómo discurren los acontecimientos. Lo único que pido es que seamos conscientes de lo que estamos haciendo, pues creo que no lo somos. Me refiero al ingente y permanente riego de dinero con el que estamos inundando al país para mantenerlo a flote, hasta el punto de que todo funciona gracias al dopaje de las ayudas públicas más generosas de la historia. Digo que son necesarias porque es más que probable que sin ellas todo el edificio se vendría abajo, pero también le digo que esto no es sostenible en el tiempo y que ha llegado el momento de preocuparnos por las causas del desastre, al menos tanto como por sus consecuencias. En caso de no hacerlo, acabarán por ser peores.

Vea. El Consejo de ministros de ayer decretó la prórroga de la línea de avales de 100.000 millones concedida por el ICO, de la que se ha utilizado algo más del 80%. Prorrogó también la moratoria de los concursos de acreedores hasta el próximo mes de marzo. Blindó hasta el mes de junio la protección de las empresas de sectores estratégicos frente a las inversiones declaradas como ‘hostiles’. Aprobó un crédito de 6.000 millones para la Seguridad Social, que se suma a los 14.000 millones concedidos en mayo, y otro de 2.300 millones para el SEPE a fin de que pueda afrontar los gastos derivados de los ERTE en vigor.

Es decir, las cifras del paro y de la actividad son malos, pero serían catastróficos si se dejase de apoyar a quienes no pueden trabajar por culpa de la falta de demanda causada por las restricciones a la actividad. No hay más paro porque hay dinero que lo disfraza de ERTE; y no hay más quiebras porque se presta un dinero a las empresas cuya devolución, de momento, no se exige.

Y así, ¿hasta cuándo? Insisto en que la alternativa habría sido probablemente peor y sus consecuencias sociales, inasumibles; pero, ¿somos conscientes de que la economía española funciona hoy perfectamente dopada por el riego de unas ingentes cantidades de dinero que nadie sabe cuándo se devolverán?

Por eso digo que aceptar las medidas es perfectamente compatible con exigir planes de recuperación que sean de diseño concreto y de actuación inmediata. La experiencia del plan que elaboró hace meses el Congreso bajo la presidencia de Patxi López -¿sabe alguien en qué ha quedado y para qué ha servido, aparte de para entretenernos durante unas semanas?- debería servirnos de ejemplo de lo que no se debe hacer.

Aplicar paliativos a la situación es una obligación de la solidaridad social, ahí nos jugamos el presente. Pero corremos el riesgo de que el futuro nos pille inertes y sin respuesta. Ya vamos tarde, resulta imprescindible que no vayamos también mal.