- Es urgente que Núñez Feijóo, el PP y sus partidarios y adherentes superen el no al sanchismo y lancen un mensaje con ideas concretas para superar este momento aciago de nuestra Historia
Ni siquiera las juergas demoscópicas de José Félix Tezanos, obediente siervo en el Centro de Investigaciones Sociológicas a la orden del socialismo sanchista, pueden ocultar lo evidente: la mayoría del cuerpo electoral español se inclina hoy, claramente, a favor del PP. Y la presidencia del Alberto Núñez Feijóo al frente del partido mayoritario de la Cortes Generales no es ajena a esa realidad. Sus cuatro mayorías absolutas en Galicia fueron el mejor preludio para llegar a la política nacional llevando consigo capacidad de diálogo y respeto institucional. Lo que unido a la catastrófica gestión del sanchismo explica y justifica la evidente recuperación del PP entre la ciudadanía. Ahora el Partido Popular tiene el reto de demostrar que es capaz de ofrecer lo que España necesita frente al descalabro del momento actual: respeto a las instituciones y a la Constitución de 1978.
Pero también es evidente que los desmanes y desbarres políticos y gubernamentales a los que Sánchez ha sometido al país en los seis años de su desastrado mandato presidencial, y de los cuales son la última y contundente prueba la bochornosa «meditación» a la que ha sometido a todo el país para relanzar su figura el pasado lunes en las escaleras del Palacio de la Moncloa, ha condicionado inevitablemente la respuesta de la oposición del PP en general y de Núñez Feijóo en particular. Es imprescindible denunciar las tendencias autoritarias del socialismo sanchista, su falta de respeto por la independencia judicial, su perversa aversión contra los medios de comunicación que no siguen las consignas gubernamentales, señalando directamente a El Debate, y su tráfico del poder por el plato de lentejas caramente vendido por terroristas e independentistas de toda laña, origen y condición. Desde la muerte del general Franco y desde que en 1978 la nación se dotara de una Constitución democrática, nunca, ni en los lamentables años de Rodríguez Zapatero, se había llegado a tal extremo de incompetencia, ataque a la Constitución y práctica guerra civilista como los que el sexenio sanchista ha traído consigo. Y a Feijóo y a sus colaboradores en el PP, igual que a la dirección de Vox, hay que reconocerlo, no les ha faltado ocasión o tino para expresar el rechazo que tales actitudes, claramente contrarias a la democracia y al Estado de Derecho, les merecía.
Esa urgencia diaria en la crítica indispensable contra el desbocado caballo populista y radicalmente anticonstitucional del socialismo sanchista ha tenido sin embargo una traducción tan inevitable como necesitada de corrección: el PP ha hecho del «no» su mensaje frente al desvarío gubernamental imperante. Y los ciudadanos saben lo que no quieren, pero les gustaría tener noción de lo que quieren los que solicitan su beneplácito para gobernar.
Y para ello, para que se pueda reconducir de nuevo al país por la senda constitucional de libertades y derechos, para que un sentido profundo de la democracia liberal se instale de nuevo en España, es urgente que Feijóo, el PP y sus partidarios y adherentes sometan a la consideración del país un «proyecto para España». Un proyecto que comience, por ejemplo, por recordar que «España es la patria común e indivisible de todos los españoles»; que reafirme la obligación constitucional de respetar la independencia de los poderes en los que se articula el Estado; que subraye su voluntad de mantener y profundizar la democracia liberal de la que los españoles nos dotamos en 1978; que vuelva al espíritu de concordia y respeto que la Transición a la democracia trajo a todos los españoles después de 1975; que ofrezca un modelo de funcionamiento económico que facilite la cohesión y ahorre dispendios generalizados e inútiles y, en definitiva, para que ofrezca a los españoles y a los que habitan en España un futuro de libertad, estabilidad, prosperidad y convivencia. Y que naturalmente nunca dejen de pronunciar un rotundo «no» contra la barbarie. Pero que lo hagan -Feijóo, el PP, sus socios y partidarios- explicando la España que su programa ofrece. Un proyecto para España que, a diferencia del que practica el sanchismo, esté marcado por la igualdad de oportunidades y ante la ley, la pluralidad, la libertad, el respeto y la voluntad de convivencia. En definitiva, la España que quiere la mayoría de los españoles, incluyendo a la multitud de socialistas que han dejado de serlo para evitar la grave contaminación del sanchismo. Creo firmemente que ése es un «proyecto para España» que en esta hora no está suficientemente definido por parte del Partido Popular. Ya va siendo hora.