Un PSOE fracturado aprueba hacer presidente a Rajoy

EL MUNDO 24/10/16

SUSANA DÍAZ IMPONE LA ABSTENCIÓN TRAS DIEZ MESES DE BLOQUEO POLÍTICO

· El Comité Federal decide por 139 votos a 96 permitir la investidura Los socialistas prometen una oposición «firme y constructiva» y «diálogo con el Gobierno y todas las fuerzas políticas»

El PSOE constató ayer su profunda fractura interna y tomó su decisión más difícil de las últimas décadas: hacer presidente a Mariano Rajoy en la segunda votación del debate de investidura. El 58,6% del Comité Federal decidió dar un viraje político histórico frente al 40,5% y cambiar –tras un debate de cuatro horas– lo que su candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus principales dirigentes defendieron con firmeza durante más de un año.

Los 84 diputados socialistas en el Congreso deberán abstenerse en la investidura de Rajoy para «desbloquear la excepcional situación institucional que sufre el país», como asegura la resolución aprobada ayer y redactada por los principales barones y por dirigentes próximos a la dirección.

El PSOE sufre una dolorosa herida que ha partido a la formación en dos. En primer lugar a sus dirigentes, que ayer se dividieron en dos bandos irreconciliables: el 58% a favor de la abstención y de la dirección actual y el 40%, con el no a Mariano Rajoy y al PP.

La abstención, además, abre una profunda brecha entre los cuadros socialistas y la militancia, que de forma abrumadora se ha manifestado a favor del no en cientos de asambleas celebradas en toda España. Públicamente lo denuncian los críticos. En privado también lo admiten los dirigentes próximos a la Comisión Gestora.

La abstención aprobada ayer pondrá además de manifiesto que el Grupo Socialista no tiene unidad de voto. La resolución es un «mandato imperativo», en palabras del presidente de la Comisión Gestora, Javier Fernández, que obliga a todos los diputados del Congreso. El PSOE descartó ayer la llamada abstención técnica para que sólo se abstengan 11 parlamentarios –el mínimo necesario para que Rajoy salga investido– y no se haga efectiva la ruptura de la unidad del Grupo Socialista. Lo hizo en la literalidad de la resolución aprobada y dentro del cónclave.

Sin embargo, la dureza de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y de la Gestora, de momento no ha garantizado la unidad de voto. En primer lugar, el PSC (siete diputados en el Congreso) mantiene que convocará a su Consejo Nacional y que es muy probable que no se mueva del no a Rajoy.

Además, la independiente Margarita Robles y diputados como Pedro Sánchez –que no asistió ayer al Comité Federal– y varios de sus seguidores más fieles, como Susana Sumelzo, los dos diputados de Baleares, Sofía Hernanz y Pere Joan Pons, u Odón Elorza, entre otros, podrían votar no a Rajoy apelando al voto en conciencia y a su compromiso con sus electores.

La presidenta de Baleares, Francina Armengol, el líder de los socialistas en Castilla y León, Luis Tudanca, y parlamentarios como Elorza reclamarán al Grupo Socialista el voto en conciencia, algo que la dirección del PSOE en el Congreso no está dispuesta a admitir, según fuentes socialistas.

El debate a puerta cerrada de ayer fue sereno, grave y pacífico, aunque no estuvo exento de tensión. Tanto los partidarios de la abstención como los del no eran conscientes de la gravedad del momento y de las serias dificultades que conlleva esta decisión, especialmente los críticos.

Nada que ver con el espectáculo bochornoso del 1 de octubre, el Comité Federal en el que los críticos tumbaron a Sánchez y a toda su dirección. En tres semanas, los mismos seis presidentes autonómicos que derribaron al ya ex secretario general han virado hacia la abstención, que ayer apoyaron todos, bajo la batuta de la presidenta andaluza.

Eso sí, Susana Díaz fue la única, junto al jefe del Ejecutivo extremeño, Guillermo Fernández Vara, que dio la cara e intervino para defender la abstención, aunque ella ni siquiera la mencionó. Fuentes de dirigentes que la han apoyado hasta ahora criticaron la tibieza de Díaz y que hiciera un discurso de muy poco relieve dada la importancia del día.

El resto de los barones –Javier Lambán (Aragón), Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) y Ximo Puig (Comunidad Valenciana)– ni siquiera intervinieron a favor de la abstención. Dejaron el mal trago a otros dirigentes próximos para defender sus tesis. Tampoco quisieron hacer declaraciones a los periodistas e, incluso, entraron a Ferraz por el garaje, algo muy poco habitual. Como aseguraron algunos de los críticos, parecían «avergonzados» por la decisión que estaban «imponiendo a todos».

La resolución que presentó la eurodiputada Elena Valenciano obtuvo 139 votos a favor y 96 en contra –una diferencia mayor que la que tumbó a Pedro Sánchez–. El texto fue redactado por los barones, por el número dos de la Gestora, Mario Jiménez, y por dirigentes próximos a la actual dirección, como Valenciano y el diputado vasco Eduardo Madina.

Durante las cuatro horas que duró el debate, moderado por el nuevo presidente del Comité Federal elegido ayer, José Blanco, nadie habló de Pedro Sánchez, del que todos pasaron página.

Blanco fue muy estricto en el orden del debate y en los tiempos, para que no se convirtiera en un cónclave interminable. Dio palabras de cuatro minutos, que después fue acortando, y fijó la hora de la votación a las 14.30, llegaran hasta donde llegaran las intervenciones. Finalmente, hablaron 49 de los 54 que solicitaron la palabra.

Arrancaron el Comité Federal Elena Valenciano y el vasco Txarli Prieto. La eurodiputada presentó su resolución y explicó que la responsabilidad del PSOE en una decisión «que no es fácil» reside en evitar unas terceras elecciones, que serían «gravemente dañinas para la salud de la democracia» y que tendrían «unos efectos muy negativos para el PSOE».

Prieto defendió por su parte el no a Rajoy y dijo que la abstención supondrá «lastrar el futuro del partido». Además, dijo, el PSOE sólo conseguirá «retrasar unos meses la repetición electoral», ya que Rajoy podrá adelantar los comicios si se encuentra enfrente una oposición dura.