Un PSOE necesario

EL MUNDO – 04/01/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ

· Ayer, el suplemento El Semanal publicó un reportaje estremecedor sobre la explotación infantil en Bolivia, donde «se permite trabajar como autónomos a niños a partir de los 10 años y como empleados por cuenta ajena a partir de los 12». El Código Niña, Niño y Adolescente, Ley nº 548, que lo ampara se aprobó el 17 de julio de 2014. Dos meses después el par director de Podemos aterrizaba en el aeropuerto de La Paz. Emocionado ante la perspectiva de mantener una reunión con Evo Morales, Pablo Iglesias publicó en su cuenta de Twitter el 25 de septiembre: «Qué gusto aterrizar con @ierrejon en un aeropuerto y con una aerolínea recuperados para todos los bolivianos». Era el único país del mundo que autorizaba legalmente el trabajo de los niños a partir de los diez años.

Pero estos tipos, como Bruto y como Pdro, son hombres honrados que agotan su indignación en la reforma laboral del Gobierno español. Eso sí que es explotación. Al día siguiente, Iglesias impartía una conferencia sobre los logros de Evo Morales.

Felipe González ha empezado a publicar en El País una serie con la intención de explicar a sus compañeros lo que les había dicho en un mitin no hace un mes: que no deben aliarse con un partido que tiene por modelo Venezuela, después de hacer una radiografía exacta del fiasco al que ellos contribuyeron con sus asesorías. Claro que Chávez y Maduro y Evo Morales no eran los únicos modelos. Estaban también Rafael Correa, Cristina Fernández y Tsipras, en Grecia.

Pedro Sánchez está dispuesto a gobernar con ellos sin haberse enterado todavía que ellos sólo quieren quitar al PSOE la hegemonía de la izquierda, que Iglesias no quiere gobernar con él, sino ir a unas nuevas elecciones donde comerle los 341.360 votos que les separaron el 20 de diciembre.

Debo confesar que el artículo de González era esencial para quienes creemos que un partido socialista es, no sólo posible, sino necesario para España. Pero otro. Como diría el personaje de Harry Lime en El tercer hombre, en la España del felipismo, como en la Italia de los Borgia además del crimen se dio también el Renacimiento. Comparen el par González–Guerra con Sánchez–Luena, que son el reloj de cuco.

Hace ocho días vi con interés el debate que mantuvo José Luis Corcuera con Alberto Sotillos. Tenía una vaga simpatía por los dos. Por Corcuera por haber sido electricista, como papá, y porque en algunos momentos es capaz de decir lo que todos los socialistas callan. Por Alberto Sotillos, por ser hijo de mi primer director en un periódico y por haberlo conocido cuando aún estaba en el vientre de su madre, Margarita Villalobos.

Ganó Corcuera, claro y uno se preguntaba por qué no hay muchos socialistas como él. Algunos quedan: Joaquín Leguina, Nicolás Redondo, Paco Vázquez, Juanjo Laborda… Pero qué se ha hecho de los Almunia, Solchaga, Ibarra, Eguiagaray, Jáuregui, quizá jubilados, o en sus asuntos, o afectados por el síndrome de Don Pero en La venganza de Don Mendo: «Soy valido/ y sé disimular como es debido». Cómo estará el tema que Susana Díaz se ha revelado como una espléndida mujer de Estado, cosas de la comparanza.

Felipe, aun en sus negocios, ha sentido el pinchazo de la responsabilidad moral y está bien que así sea. No está claro que en su partido le vayan a hacer caso, porque el coste sería alto, pero seguir a Sánchez lo sería mucho más: el fin del partido a medio plazo. Pdro haría historia de verdad, empatando con Artur Mas en el dudoso honor de ganar el premio la yunta al par más mediocre de políticos en la historia de la democracia española.

EL MUNDO – 04/01/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ