TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • El Gobierno boicotea hace tiempo las sesiones de control con la complicidad de la Presidencia del Congreso

LA mujer del César puede no ser honesta y ni siquiera parecerlo. Dejémonos de vainas; esto es lo que hay. Como en aquel enredo legendario de los ritos de la Buena Diosa que puso a Julio César en el brete de divorciarse de Pompeya, Begoña Gómez ha colocado a Pedro Sánchez en una situación delicada. Sus tejemanejes con Javier Hidalgo y con Carlos Barrabés van más allá de lo decoroso, pero Sánchez lleva semanas aferrado al silencio sin darse por enterado, lejos de la reacción del viejo Cayo Julio, que dejó a su esposa para proteger su honestidad. Según Plutarco, lo que dijo fue que «la mujer de César debe estar por encima de toda sospecha», pero definitivamente Pedro Sánchez es menos exigente, aun cuando la sombra de sospecha se extiende bajo sus pies hasta el flamante colchón que estrenaron, según su propio ‘Manual de resistencia’, en el dormitorio de Moncloa.

Apoyar una candidatura en una licitación de siete millones del Gobierno Sánchez, siendo la mujer de Sánchez, no cuela… sobre todo si además aparecen esas ‘liaisons dangereuses’ de mediadores, patrocinadores, licitadores y conseguidores. Desde hace semanas, Moncloa ha desplegado una estrategia de desinformación apoyándose en Ayuso, atrapada en los tejemanejes de su pareja por torpeza táctica, y en los exabruptos de Óscar Puente. Ayer mismo éste volvió a un ejercicio de provocación para entretener a su público en las redes. Después de anunciar que está destinando fondos públicos a elaborar un catálogo de los insultos que recibe, divulgó el listado para atraer los focos mientras se avivaba el escándalo de Begoña Gómez. Lo de Puente sólo es ‘bullshit’. Claro que la lista de improperios es larga, pero en las dos direcciones, porque Puente gasta el matonismo verbal del clásico macarra tabernario del «dejadme solo». De eso presume. Hay otros ministros a los que no salpica el barro porque no se meten en esos charcos, donde sí es frecuente ver a la Montero o a Bolaños, habituales en primera línea de fango. Pero nada esto debería merecer demasiada atención. Sólo es, otra vez, Puente para dar salida a la mujer del César.

El Gobierno ayer mismo, en el enésimo incumplimiento de sus obligaciones institucionales, anunció que no respondería en el Senado a las preguntas del caso Koldo. En realidad, nada nuevo. Es lo que hace semana tras semana en las sesiones de control, donde a cada pregunta de la bancada rival responde ¡Ayuso, Ayuso, Ayuso! El Gobierno boicotea desde hace tiempo las sesiones de control con la complicidad de la presidencia del Congreso y de los medios afines a Moncloa, y por supuesto de un electorado indiferente a la corrupción y la mentira. Si ayer anunciaron públicamente que no responderían, no es por no responder, cosa que ya hacen cada semana, sino por escandalizar con esa actitud desafiante como cortina de humo. Había que sacar los focos de la mujer del César, que puede ser o no ser honesta pero queda claro que puede no parecerlo.