Del Blog de Santiago González
En una de sus más conocidas tragedias, Shakespeare presenta a Ricardo III privado de su cabalgadura en la batalla de Bosworth, últimas escenas de la obra, y gritando: “¡Un caballo, un caballo!¡Mi reino por un caballo!”
En todo caso, el doctor Sánchez no pediría tracción animal teniendo Falcon y helicópteros Super Puma. Él habría pedido: “¡Un discurso, un discurso!¡Mi reino por un discurso!” Llamaba la atención la insistencia de su portavoz Celaá y de su vice Calvo, claro, en pronosticar la investidura antes de las uvas. A uno le parecía que en todo caso, el gran momento Sánchez quedaría para después, sin acabar de entender la insistencia. ¿Qué más daba, después de todo? Y algo sí daba. Si fuera investido el día 30 y prometiera ante el Jefe del Estado el día 31, él tendría un magnífico pretexto para hacer un discurso de fin de año. El Rey en Nochebuena y Sánchez en Nochevieja, un equilibrio de poderes que el pardillo de La Moncloa ha perseguido desde que se postuló para el besamanos en la fiesta nacional del año pasado, haciéndose acompañar por su mujer en condición de primera dama, al extrañar al Monarca al paraíso cubano mientras usurpaba la prerrogativa real autodesignándose candidato.
Si Celaá y Calvo fuesen algo más sagaces o tuvieran algún pudor para incurrir en la mentira, habrían colegido que no tenían posibilidad de sacar adelante la investidura antes del happening de la Pedroche y así se lo han venido a dejar claro los golpistas de Esquerra en su Congreso. La ministra portavoz se regodeó en dos de sus habilidades básicas: interpretar el Consejo de Ministros como portavoz del Partido Socialista y apuntándose a la razón de los golpistas de que no deben judicializarse los delitos. “La independencia es irreversible y un nuevo referéndum, inevitable”, ha declarado el sedicioso malversador, el amable Polifemo de Esquerra Republicana. Asombra que portavoces tan cualificadas, Celaá y Calvo, admitan de tan buen grado las razones y las aspiraciones de los golpistas y que ambas se hayan puesto de acuerdo en la peregrina idea de que la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea es una herencia del Gobierno del PP. Solo falta que las cosas del Gobierno las explique Ni-ni Lastra con su proverbial locuacidad.
Pedro Sánchez parece haber bebido inspiración en la tragedia de Shakespeare, en la que lo importante no es solo llegar, sino permanecer. Se lo decía Ricardo al duque de Buckingham, su fiel Iván Redondo, penetrado por la duda en su toma de posesión: “Por tu consejo y tu ayuda, el rey Ricardo está sentado en un lugar tan alto. Pero…/¿Va a durar esta gloria?¿Cuánto?¿Un solo día o la disfrutaremos siempre?” Naturalmente, Buckingham respondía como lo habría hecho Iván: “que viva para siempre y para siempre dure”.
A Ricardo III no le habrían llamado nunca Ricardo el Guapo. Era algo contrahecho y más bien petudo, por lo que estaría mejor encarnado por Pablo Iglesias. ¿Un caballo, un discurso? A Sánchez le da lo mismo, el reino que ofrece a cambio no es suyo. En cualquier caso, a Pedro Sánchez le habría bastado un burro.