Tonia Etxarri-El Correo
Fin del espectáculo parlamentario y a otra cosa. La moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez quedará para el Diario de Sesiones del Congreso pero la autopromoción del Gobierno para intentar espolear a esos votantes que se le fugan –según todos los sondeos menos el CIS– subirán de intensidad. La campaña electoral de los partidos del Gobierno (¿son dos o ya son tres?) ha arrancado en el Parlamento gracias al partido de Abascal y así seguirá hasta la cita con las urnas. Con el tono rebajado como tuvo que hacer Patxi López al final de la sesión para corregir su estilo desabrido que contrarió al profesor Tamames. O con la eterna sonrisa de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, entronizada ya como candidata de la ‘opción B’ de Sánchez que se ha lanzado a disputar a Podemos el liderazgo de la izquierda comunista. Con descalificaciones o disimulos, la bronca seguirá. En el Gobierno, persiguiendo al fantasma de la derecha junta y revuelta para fijar la imagen del ausente Feijóo a Vox. Y dentro de La Moncloa con esa pugna de liderazgos.
De esta ocurrencia de la moción de censura, Vox no sale reforzado, tal como estaba previsto, pero Abascal asegura que están muy satisfechos. Pedro Sánchez ha salido victorioso. Se lo debe a Vox. Pero, él sabe que se trata de un triunfo engañoso. Ha ganado en el Congreso lo que no consigue en las encuestas. Veremos en las urnas. En realidad, el presidente a quien busca, siempre, es al ausente Feijóo. Su obsesión le persigue desde que el PP le supera en los sondeos. Pero no sólo no lo encuentra, sino que Feijóo, tan criticado a derecha e izquierda por la abstención de su partido, se ha permitido en esta ocasión desaparecer de una escena en la que no tenía nada que ganar.
Los dos bloques se han afianzado después de un debate en el que Patxi López se atrevió a explicar quién era Franco al profesor Tamames, que había probado sus cárceles en dos ocasiones a lo largo de su vida. En fin. O son los nervios generalizados de un Gobierno que se ve en tiempo de descuento o los nervios los traía López desde casa. El caso es que llegó a recriminar al PP (¿la moción no era de Vox? No importa) que nunca quieren pactar nada con el Gobierno. Es justo al revés. El PP le ha sacado las castañas del fuego en más de una ocasión. La más reciente, con la reforma del PSOE a la ley del ‘sólo sí es sí’. A pesar de Patxi López. En fin, que seguirán los problemas de sectarismo y falta de cintura propios de los últimos años. Haga lo que haga el PP «legitima a Vox». Da igual cuando se lea esta expresión. Independientemente de lo que haga el centro derecha, estará estigmatizado. La corrupción de ‘Tito Berni’, ¿a qué partido pertenece? ¿Y el cese de la directora de la Guardia Civil para que no le salpique la investigación sobre su marido en una ramificación de los ERE fraudulentos? Si estuviera en este mundo el desaparecido escritor Horacio Vázquez Rial, seguiría desarrollando su tesis sobre «la izquierda reaccionaria». Nada es lo que parece ante tal abuso de manipulación de los conceptos. Tamames se va agradecido pero escandalizado del actual Parlamento en donde no se dan discursos, sino mítines. Lo mejor de su aportación: que su estilo educado y erudito nos recuerda otros tiempos. Los de la Transición, tan vapuleada ahora desde una parte del Gobierno. Un Ejecutivo tan progresista, comunista, populista, feminista y plurinacional. El consenso ha sido sustituido por el odio. Los pactos de Estado por las trincheras. Así iremos a las urnas.