Esta semana ha sido un camino difícil para el presidente que él ha recorrido con su proverbial falta de complejos. Un vía crucis podríamos decir en sentido estricto, porque a él siempre le han sobrado cirineos. Nuestro hombre fue a Davos para comprobar su fracaso en la cumbre de mayo para convencer a las grandes empresas de que España era el lugar idóneo para instalar la gran fábrica europea de microchips. Parece que no, que alguien ha traducido a lenguaje comprensible las tonterías de la ministra Mª Jesús Montero sobre nuestras peculiaridades impositivas y han decidido que no, que mejor en Alemania.

Por unir lo útil con lo agradable, de vuelta de Suiza y camino de La Moncloa paró un rato en Coslada para improvisar una partida de petanca con unos jubilados a los que se encontró casualmente y que por pura casualidad resultó que todos eran del PSOE. El guionista del asunto debe de ser de la escuela del maestro Billy Wilder: “me encantan las improvisaciones, a condición, eso sí, de que estén rigurosamente preparadas”. Las casualidades, también decía, “solo son  aceptables en el primer cuarto de hora”. Si los jugadores de petanca de Colsada no fuesen figurantes habría sido una irresponsabilidad dejar en sus manos bolas de acero, con el peligro de que vieran en Sánchez al boliche. Pero era una buena idea: un baño de multitud con jubilados para lucirse por la subida de las pensiones y hacerlo en una partida de petanca, que es un juego muy francés, en vísperas de la cumbre que iba a mantener el jueves pasado con Macron en Barcelona.

Este fue otro gran momento para Sánchez, porque al mismo tiempo, los parlamentarios europeos del PSOE se negaban a votar con sus correligionarios socialdemócratas la denuncia de Marruecos por su posible participación en la trama de sobornos que se cobró el cargo (y la prisión) de la ex vicepresidenta de la Eurocámara, Eva Kaili. ¿Qué tendría Sánchez en el móvil que perdió en Marruecos? Fue un hecho muy notable que los únicos votantes favorables a Marruecos fueran los socialistas españoles y la extrema derecha francesa. Por ello le preguntaron en presencia de Macron, con quien también fracasó en su empeño de que Francia desbloqueara los nueve pasos fronterizos, ocho de los cuales tiene cerrados a cal y canto y el noveno que solo se abre de día.

La presencia de Macron en Barcelona tuvo más anécdota, llamemos ‘cumbre’ a lo que queramos, el encuentro también tuvo su valle en Pere Aragonès que se acercó a saludar, a recordar a Sánchez que el proceso no ha acabado y  a advertir al presidente francés de que Cataluña quiere ser un socio europeo. Luego, el pequeño president tomó el olivo antes de que empezaran a sonar los himnos español y francés. Y al presi le pareció un gesto muy educado. Este diario lo explicaba con claridad en su portada de ayer: “Aragonés planta a Macron y Sánchez le da las gracias”. La chusma golpista, unos 6.500, expresó su protesta y el presidente los comparó con los manifestantes que hoy se citarán en Madrid en defensa de la Constitución. Tiene la cara tallada en corindón, casi tan duro como el diamante en la escala de Mohs, pero menos valioso, claro. No sé, mucho se tienen que esforzar el PP y Vox para garantizar a este tipo su permanencia en La Moncloa. Tanto como él para demostrar su incompetencia y su indignidad.