ABC-ÁLVARO VARGAS LLOSA
España necesita hoy no un Gobierno, sino un horizonte
NO hay conciencia suficiente, entre los políticos españoles, de la noche que se le viene a España. Todos los datos económicos apuntan a un declive notable. En cualquier contexto, las consecuencias políticas de un deterioro económico son de temer, quizá con la única excepción de un fracaso que la población perciba claramente como fruto de políticas populistas o socialistas. No es el caso de España, donde los sondeos apuntan a que será el socialismo, y no precisamente el de Tony Blair o el Gerhard Schröder de la Agenda 2010, el que obtendrá la primera mayoría en los próximos comicios, con la posibilidad de formar Gobierno gracias al respaldo de alguna de las variantes de la izquierda delirante o loony left.
No exagero. La previsión de crecimiento de la economía española para 2020 ha caído al 1,5 por ciento, el punto a partir del cual se encoge el empleo. Es posible –dado el contexto de una Europa donde Alemania e Italia caminan hacia la recesión, los demás se desaceleran traumáticamente y el Brexit asusta– que la previsión sea generosa. Los datos de inversión extranjera en España dan angustia: en el primer semestre del año ha caído, con respecto a 2018, un 65 por ciento y, si se incluyen las desinversiones, un 90 por ciento. La gente compra menos cosas y las empresas lo notan (ha dejado de crecer la compra de viviendas, se acumulan once meses negativos en el número de vehículos matriculados, se reduce la demanda de electricidad por parte de las industrias).
Si España tuviera los deberes hechos y este fuese un bache, sería poco grave. Pero España no tiene los deberes hechos. Su Estado no para de crecer a costa de la sociedad: hay un déficit público estructural, es decir, sin tener en cuenta los vaivenes de la coyuntura económica, que supera ampliamente el 3 por ciento, la deuda ya equivale al tamaño total de la economía y el agujero de la Seguridad Social se ha duplicado en dos años. El entorno regulatorio y tributario hace que, en el ránking Doing Business, que mide la facilidad para hacer negocios e invertir, España esté por detrás de Ruanda y en práctico empate con la tenebrosa Rusia, donde cualquier desliz político hace que un empresario amanezca envenenado. Por esto, España necesita hoy no un Gobierno, sino un horizonte: la perspectiva de dos o tres gobiernos consecutivos que reformen de raíz un modelo enfermo de estatismo.
Esto sólo es posible, en la España de hoy, de una de dos formas. La primera sería un gobierno liberal de centro-derecha con cómoda mayoría parlamentaria, algo que ninguna encuesta vaticina ni por asomo. La otra sería una Gran Coalición que permitiera, a partir de un entendimiento del PSOE con el PP y tal vez Ciudadanos, marginar a Podemos, Más País y el independentismo fanatizado, y construir un consenso político, primero, y social, después, para validar un modelo de país serio. Esto último suena a ingenuidad viendo lo que hay, pero ¿cuál es la genial alternativa?