Una guerra urgente

ALDO OLCESE, EL MUNDO – 23/09/14

· El mundo asiste atónito y horrorizado a la barbarie del llamado Estado Islámico (IS) en Irak. Tras la salvaje y abominable decapitación de los periodistas norteamericanos James Foley y Steven Sotloff, parece que estamos pasando a la repugnancia y la indignación, elementos necesarios para pasar a la acción.

Hasta ahora, los millares de asesinatos cometidos por el IS entre ciudadanos iraquíes no han sido suficientes para organizar una reacción internacional contundente y efectiva ante este brutal genocidio.

El prematuro abandono del protectorado de EEUU y sus aliados en Irak está en el epicentro de lo que ahora ocurre allí, y que amenaza con extenderse a otros escenarios de actuación en el mundo árabe. Pocos pensaron que una eficaz pacificación y reconstrucción no sólo económica y física, sino institucional, pudiera ser posible con una intervención tan fugaz de la comunidad internacional. Seguramente hubiera sido necesario un periodo mucho más prolongado de estabilización para asegurar la paz y la democracia.

No es menos cierto que la comunidad occidental, y no digamos la árabe, presionaron contínuamente a EEUU para que saliera de Irak, en un alarde de miopía institucional y política que ahora pasa esta factura lamentable.

La comunidad internacional ha de declararle la guerra al IS sin complejos y con contundencia. La defensa de la humanidad frente a esta lacra yihadista lo aconseja y lo exige.

Hasta ahora, por comunidad internacional respecto de las cuestiones árabes siempre se ha pensado en estadounidenses y británicos, a veces apoyados por la ONU y por franceses e italianos, que también se han implicado militarmente en los escenarios de combate. Y en ocasiones, algunos países árabes se han movilizado en la solución de los conflictos, aunque siempre con un mar de dudas y con mucho temor a las represalias islamistas fanáticas en sus propios territorios.

En paralelo, se extiende peligrosamente el concepto de que todo islamismo es rechazable e implica barbarie y regresión, ignorando que en los países más importantes del mundo árabe para Occidente, como Marruecos y Turquía, gobiernan los islamistas moderados sin que sus países hayan entrado en retrocesos irreparables. Al contrario, su presencia ha evitado la radicalización de las fuerzas islámicas y ha conjugado los procesos reformistas con los fundamentos de la religión coránica. Los primeros interesados en combatir al IS son los países árabes avanzados que han sabido profundizar en sus procesos democráticos.

En el nuevo frente militar contra el IS, los Estados del Golfo no pueden permanecer al margen y deben demostrar a los árabes y a la comunidad internacional su apuesta por la preservación de la vida y la paz. La dudosa actuación de Qatar en defensa del IS ha de ser neutralizada por sus colegas de la zona de forma contundente y pública. También sería deseable que España, país lleno de vínculos e implicaciones en la región, estuviera a la altura de las circunstancias participando al menos en las operaciones de mantenimiento de la paz y reconstrucción en estos escenarios de combate. No olvidemos que uno de los postulados estratégicos públicamente defendidos por el IS es la reconquista de Al Andalus.

El nuevo marco de exterminio decretado por el IS contra los que no piensan o actúan como ellos tratará de acabar también, si no se le pone coto, con todos los referentes conocidos del mundo árabe. Por todo ello hay que declarar la guerra al IS de forma inmediata y establecer un Protectorado Internacional duradero en la zona que permita la pacificación y la erradicación del terrorismo y preserve los derechos humanos de la población afectada.

Pero la acción militar no es suficiente. Ha de ser necesariamente complementada con una acción social y económica, que desgraciadamente brilla por su ausencia en un proceso degradado y reductivo derivado de la crisis económica internacional.

La ayuda social más efectiva es la de la educación para el empleo y el emprendimiento, junto a la dedicada a las necesidades básicas de agua, alimentos, medicamentos y techo. Los jóvenes árabes han de ser formados en la capacidad de emprender y generar su propio empleo, aunque sea básico. El apoyo económico más duradero es aquel que tiene componente estructural y vertebrador de las infraestructuras básicas de transporte, sanidad, educación y vivienda, y que, además, es generador de empleo local.

La actitud más extendida es la de mirar para otro lado. Parece como si mientras se corten el cuello entre barbudos, vamos bien. Si la cooperación internacional de los países occidentales ha caído un 70% en los últimos años en la región, no podemos esperar que los procesos de regeneración económica e institucional en los países árabes no se bloqueen, dando paso a la implantación de este yihadismo.

A este IS hay que tomárselo en serio. Es la configuración más destructiva y salvaje de este extremismo terrorista. La combinación de factores entre la implantación del IS en suelo iraquí y lo que está ocurriendo en Siria y Libia nos ofrece un escenario de confrontación multilateral que no puede considerarse de forma aislado e inconexa, y que requiere del compromiso y la acción concertada de la comunidad internacional, liderada nuevamente por EEUU. Cuanto antes mejor.

Aldo Olcese es presidente de la Fundación Educación para el Empleo (Europ EFE), la mayor fundación internacional operante en el mundo árabe.

ALDO OLCESE, EL MUNDO – 23/09/14