Ignacio Marcos Gardoqui-El Correo

El Gobierno de Pedro Sánchez necesita dinero porque quiere gastar más. Correcto, en eso no es nada original. Todos caen en esa invencible tentación. Por supuesto no toma medidas para aumentar la actividad -eso siempre da pereza y además lleva su tiempo-, así que ha decidido tirar por lo sencillo y subir los impuestos. Pero dentro de esa idea, bien simple, resulta difícil encontrar actuaciones indoloras, pero hay varias que están claramente desaconsejadas. Una de ellas es la que tenemos encima de la mesa dirigida a elevar, otra vez, las cotizaciones sociales. En 2019 las aumentó en un 9% y ahora baraja hacerlo en un 3% añadido.

¿Por qué razón es una mala idea? Porque supone un impuesto sobre el empleo que no ayudará a su mejora. Una ley universal del mercado asegura que todo encarecimiento de un bien reduce su demanda. Miren a su alrededor y comprobarán la de veces que se cumple. Y no están los tiempos para sobrecargar con cotizaciones a los empleos. Habrá quien diga que la medida sólo afecta a los empleos con sueldos altos; ¿pero no habíamos quedado en que queríamos empleos de calidad? Si es así, ¿por qué los castigamos?

Pero hay más y, probablemente, peor. Los aumentos de las cotizaciones perjudican a las exportaciones por culpa de ese mecanismo poco conocido fuera de quienes lo utilizan que es el ajuste fiscal en frontera. Como las ventas al exterior no están sujetas al IVA, cuando las hacemos, los productos y servicios que enviamos salen del país limpios de impuestos indirectos. Pero no de cotizaciones sociales, que siguen ahí aumentado el coste de lo que vendemos. Los países más avanzados, como son los sempiternos ejemplos nórdicos, utilizan más los impuestos indirectos que a las cotizaciones para financiar su Seguridad Social, de tal manera que mejoran la competitividad exterior de su economía. ¿Es una idea loca? No, es una idea bastante sensata pues favorece las exportaciones y, en consecuencia, la actividad de las empresas y de ahí vamos al aumento del empleo.

Así que no es fácil estar de acuerdo con el Gobierno. La subida prevista castigará al empleo y penalizará a las exportaciones justo en un momento en el que necesitamos mucho más de los estímulos que de las rémoras.