IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El Congreso de los Diputados convalidó ayer una decisión del Gobierno que es realmente desconcertante. El Real Decreto que plasma los cambios introducidos en el complemento de maternidad se aprobó por una exigua mayoría de cuatro votos. Es desconcertante porque, en definitiva, las modificaciones se resumen en un recorte para una buena parte de las percepciones actuales. Justo ahora, cuando se acaban de subir todas las pensiones, sin matices ni elementos de progresividad y sin que la inflación lo justificase, el recorte del complemento de maternidad carece de sentido y atenta contra la equidad. Máxime, cuando las más perjudicadas por la iniciativa del ministro José Luis Escrivá son las familias numerosas. ¿No habíamos quedado en que necesitamos despertar y estimular la natalidad para recomponer nuestro gélido invierno demográfico?

Como suele ocurrir con frecuencia, todo el proceso de aprobación, desde su propuesta inicial hasta la votación de ayer, ha sido un tanto kafkiano. La rapidez de su tramitación se ha justificado por la sentencia judicial que ha declarado inconstitucional la fórmula anterior del complemento. Si lo era por discriminar a los hombres (¡Qué disgusto se habrá llevado la ministra Irene Montero!) esta reforma discrimina a las familias por el número de hijos, lo cual no parece un gran avance en el imperioso camino hacia la igualdad.

Luego está la votación celebrada en el Congreso. Al Gobierno le apoyaron los «grandes progresistas» que no acostumbran a poner límites a la expansión de los derechos y a quienes nunca se asustan con el aumento descontrolado de los gastos públicos. Por el otro lado, PP, Cs y Vox que, en principio, son más cuidadosos con los gastos se mostraron contrarios al recorte. En medio, el ‘no’ del PNV y 16 abstenciones, entre ellas las de ERC y EH Bildu. Un arte, este de la abstención, en el que son maestros. Ni lo apoyaron, por culpa de sus quejas en las transferencias prometidas, mezclando churras con merinas como suele ser habitual en el zoco moruno de los votos, ni lo rechazaron por no disgustar en demasía al Gobierno que apoyan y cuya caída temen. Total, el Ejecutivo salvado por la campana, pero acogotado hasta el final. Sin duda alguna, el mejor de los escenarios posibles. Sume un minúsculo alivio financiero en el sistema y un mayúsculo perjuicio para las familias y tendrá otro episodio esperpéntico de esta desnortada política que padecemos.