EL MUNDO 13/10/13
· Decenas de miles de personas se concentran en Barcelona el Día de la Hispanidad / Los convocantes reclaman a España que «escuche y quiera aCataluña» y Ciutadans al Gobierno «que no mire hacia otro lado»
Amparo, protección frente al proyecto rupturista del Gobierno de la Generalitat. Decenas de miles de personas se concentraron ayer en la plaza de Cataluña, en pleno centro de Barcelona, para pedir al Ejecutivo, las fuerzas políticas y el conjunto de la sociedad española respaldo con el fin de frenar el órdago independentista que Artur Mas está planteando en Cataluña. «Se ha conseguido que se nos vea y esto tiene una lectura política. Pedimos una mayor implicación de las instituciones españolas. Exigimos la intercomunicación entre Cataluña y España, ya que la ruptura sería un fracaso», reclamó José Domingo, portavoz de Som Catalunya, Somos España, la plataforma convocante del encuentro contra la independencia que consiguió abarrotar el centro de la capital catalana.
«El resto de España debe escuchar y querer a Cataluña», reclamó la entidad organizadora del acto reivindicativo, yllamó a «partidos, entidades empresariales, sindicatos y ciudadanos» a pugnar por la conservación de la pluralidad social catalana. «Vivimos en un momento de crisis y hoy más que nunca nos tenemos que unir como equipo. España somos 47 millones, una nación de ciudadanos libres e iguales y Cataluña es parte del paisaje español», defendió la organización en boca de los deportistas olímpicos Jesús Ángel García Bragado y Ander Mirambell, encargados de dar lectura al manifiesto que condensó el sentir de un acto más multitudinario que en su primera edición.
De nuevo reinó la discordancia sobre el número de asistentes, pero el cómputo siempre tendió al alza en comparación con el anterior 12 de Octubre. Así, si el Ayuntamiento de Barcelona cifró en 6.000 los manifestantes de 2012, ayer elevó la cifra hasta 30.000. Y lo propio ocurrió con la Delegación del Gobierno, que pasó de los 65.000 de la cita precedente a los 105.000 de ayer; y con los propios organizadores, que contabilizaron 100.000 personas hace un año y 160.000 este sábado.
A medio camino entre la autoafirmación de una identidad compartida y una llamada de auxilio transcurrió la concentración, secundada por la plana mayor del PP catalán y Ciutadans. Fue el jefe de filas de la formación catalana, Albert Rivera, quien más nítidamente reclamó al Gobierno que, «en lugar de mirar hacia otro lado, se preocupe por lo que está pasando en Cataluña». El portavoz de su partido en el Parlamento autonómico, Jordi Cañas, ahondó en esa tesis e instó a que el Ejecutivo central «no deje solos a los catalanes». Detectó Cañas en la marcha de ayer «cierta sensación de abandono». «No pedimos un golpe a la mesa, ni que manden a nadie, simplemente que el Gobierno esté», pidió el diputado.
Desde la sociedad civil, también fue audible el toque de atención al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Francisco Caja, presidente de Convivencia Cívica y cabeza visible de una marcha paralela por la unidad de España que acabó confluyendo en la plaza de Cataluña, leyó lo acaecido ayer en Barcelona como «un clamor dirigido al Gobierno para hacer frente al ataque frontal al Estado de Derecho y las libertades de sus ciudadanos». «Queremos que nos gobiernen en estricta defensa del principio de legalidad y el cumplimiento de la Constitución. Queremos garantías de protección, puesto que el poder siempre tiende a la extralimitación», reseñó en evidente alusión a la huida emprendida por Mas.
Claro que no sólo al Gobierno llegó la demanda. Ciutadans también reprochó al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, que «esté más pendiente de hablar con CiU y ERC que con Ciutadans y el PP».
La ausencia de dirigentes socialistas fue coincidentemente criticada. Por Rivera, que subrayó cómo «los complejos del PSC» no le permitieron acudir al acto conmemorativo de la unión y aconsejó a los de Pere Navarro «cambiar el rumbo y estar en la calle en la próxima Fiesta Nacional o el Día de la Constitución, porque si no lo hacen ellos, lo harán sus votantes». Y por la presidenta del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, quien advirtió a Navarro de haber incurrido en un «error histórico que le pasará factura a su partido».
El fin de la afonía de esa mayoría silenciosa que se presupone adormecida ante la deriva secesionista fue la segunda conclusión coral de la concentración celebrada ayer. «Empieza a tener voz, rompe su silencio», diagnosticó Sánchez-Camacho. Mientras una bandera de 100 metros, mitad rojigualda, mitad senyera, presidía la marcha y definía el sentimiento de pertenencia de la masa presente, la líder popular proclamaba: «Queremos decir alto y claro que somos catalanes, que es nuestra forma de ser españoles, que no queremos salir de Europa». Las enseñas de la UE plantearon un reñido cuerpo a cuerpo con las españolas y catalanas, con el Himno Nacional atronando en el centro de la capital catalana y el civismo contradiciendo a quienes a lo largo de esta tensa semana atisbaron en la conmemoración catalana de la Fiesta Nacional un terreno abonado para enfrentamientos violentos.
Del fracaso de ese «intento de confusión» se felicitaba el líder del PP en el Ayuntamiento barcelonés, Alberto Fernández, cuando abandonaba una plaza de Cataluña en la que sólo había comparecido un reducido grupúsculo de ultras que fue totalmente desoído. Las apelaciones a «no estrellar Cataluña» y a «crear puentes y no muros» se erigieron en mensajes preponderantes de una concentración que proclamó, ávida, la necesidad de que se responda a la voz de «la Cataluña real».
EL MUNDO 13/10/13