El nuevo tiempo político que ha emprendido la izquierda abertzale quedó representado ayer en las calles de Bilbao. Una multitud formada por decenas de miles de personas se congregó en el centro de la capital vizcaína para pedir la legalización de Sortu, el nuevo partido de la izquierda abertzale, en una marcha que destacó por su silencio y por la ausencia total de los símbolos que han acompañado durante décadas cada aparición pública del mundo de Batasuna.
La ruptura con el pasado que se empezó a concretar hace dos semanas en el Euskalduna tuvo su continuidad ayer, también en Bilbao, sólo que en esta ocasión no fue en un acto para un centenar de invitados, sino que miles de personas se adaptaron a la nueva línea con aparente naturalidad. No hubo ni rastro de la simbología habitual de la izquierda abertzale. Ni pancartas ni gritos ni alusión alguna a ETA o a los presos. Solo silencio. Por no haber, no hubo apenas ikurriñas, que se podían contar con los dedos de las manos. Si la intención de los organizadores era realizar una manifestación lo más aséptica posible para favorecer la legalización de Sortu, la marcha de ayer en Bilbao cumplió las expectativas. Los manifestantes siguieron en silencio y sin una sola voz disonante una gran pancarta blanca con un breve lema escrito en negro: ‘Bakerantz, legalizazioa’ (‘Hacia la paz, legalización’).
Si bien la convocatoria de la marcha corrió a cargo de un grupo plural de promotores, al que varias formaciones políticas -caso de EA, Aralar, EB o Alternatiba- así como un centenar de agentes sindicales, culturales y sociales, se sumaron posteriormente, la responsabilidad última de la marcha recaía en la izquierda abertzale, que debía mostrar la aceptación social de sus nuevos planteamientos políticos. Y las bases respondieron con contundencia%2