EL MUNDO – 19/03/15 – VICTORIA PREGO
· El PP presenta un programa para las elecciones municipales que es toda una declaración de guerra a la corrupción, pero que evidencia también un reconocimiento de culpa nunca asumida claramente ante los electores.
Es verdad que los municipios han sido focos constantes de desmanes, probablemente desde el mismo comienzo de la democracia. La autonomía local y la falta de recursos suficientes para atender a todos los servicios que los ayuntamientos iban asumiendo sin estar respaldados por una partida presupuestaria suficiente abrió las compuertas de la rectificación masiva de terrenos municipales que, amparada por el desarrollo creciente y la llegada masiva del turismo, se convirtió en la llave de la cueva de Alí Babá para miles de alcaldes y concejales en nuestro país.
De esta manera fue como en muchos, demasiados, ayuntamientos españoles la corrupción empezó a anidar, luego creció y se convir- tió en una monstruosa modalidad inherente al sistema. No hay más que echar una ojeada a los pueblos de la costa para saber de qué estamos hablando. Y a la costa le siguió el interior. Y la lista de ediles imputados o procesados por actuaciones fraudulentas y enriquecimientos ilegales es, a estas alturas, interminable.
Así que deberíamos celebrar que el PP se descuelgue ahora con un plan de hierro para impedir la corrupción en los municipios, pero la verdad es que puede que lleguen tarde. Tarde para su propia necesidad de intentar ganar las elecciones en cuantas más localidades mejor.
Éste es un programa que habría tenido un cierto éxito antes de que se conocieran los innumerables escándalos que han salpicado a este partido –y a otros, pero ahora estamos hablando del PP– sin que desde la dirección se moviera un músculo para poner en pie un proyecto como el que ahora presentan. Por eso los partidos tradicionales tienen muy difícil convencer en estos momentos a los electores de su genuina voluntad de hacer que las cosas cambien y de que se van a encargar de que lo que hemos visto en estos años no se vuelva a repetir. Porque ahora hay elecciones y los electores pueden muy bien concluir que estas propuestas son el anzuelo que el partido lanza al cuerpo electoral en el convencimiento de que ésta es la mercancía que tiene en este instante una venta segura.
Puede que el votante de siempre que ya le ha dado la espalda no crea una palabra de lo que ahora le cuentan. O si la cree, piense que a buenas horas vienen con la regeneración. Ese es justamente el votante que ha abandonado a su partido y que está engordando las posibilidades de las nuevas formaciones que, por lo menos, piensa, aún no han tenido la ocasión de demostrar cuánta distancia hay de lo dicho a lo hecho. O a lo perpetrado. Por eso es posible que el PP llegue tarde con su oferta.