Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La operación firmada por Iberdrola México con México Infraestructuras Partners, presentada de manera un tanto sorpresiva, encaja perfectamente en la visión de futuro preparada por la matriz de cara a los próximos cuatro años y que ha sido presentada incluso antes de de su próxima Junta General. En primer lugar tiene un tamaño considerable pues implica a 8.539 MW, con 12 ciclos combinados y un parque eléctrico; en segundo, supone disminuir el peso de la generación, en concreto de la de gas, para centrarse en las energías renovables; en tercero, reduce el perímetro del negocio de generación y aumenta el de redes; en cuarto, reordena y minora la cuantía de sus inversiones en un país en donde la empresa es más soportada que aceptada de buen grado y, por último, rebaja su deuda que, aunque está bien financiada y protegida de los vaivenes de los tipos de interés, tiene un tamaño considerable.
La electricidad primero hay que generarla y después transportarla hasta los consumidores, muchos de los cuales se encuentran lejos. Todo el proceso de descarbonización supone un incremento de la electrificación. Los coches eléctricos necesitan puntos de recarga, como todos los demás usos, ya sean domésticos o industriales. La generación está sometida a vaivenes en sus precios y en sus aprovisionamientos. Quedan al albur de cosas tan imprevisibles como el precio de los combustibles, los acopios del gas, la sensibilidad social frente las energías nucleares, hidroeléctricas o incluso a las eólicas y fotovoltaicas. Pero el transporte es una actividad de necesidad creciente, además de muy segura para la empresa al tener unos ingresos recurrentes regulados mediante peajes establecidos por la administración. De ahí que, en cualquier plan de inversiones actual se conceda un mayor peso a ellas, aunque sea sin desatender por ello a las igualmente necesarias plantas de generación.
La operación, que más que entre los firmantes ha sido acordada entre la matriz y el Gobierno mexicano, no implica el abandono del país, pues Iberdrola mantendrá su presencia allí con 1.059 MW renovables, 1.166 MW procedentes de ciclos cominados, 202 de ciclos combinados y una cartera de 6GW que aseguran el suministro de los clientes privados a los que seguirá proporcionando su energía.
En resumen se trata de una operación importante que es coherente con la línea seguida en los últimos años y que refuerza su posición, una vez que el dinero recibido podrá dedicarse a nuevas inversiones para impulsar, aún más, su crecimiento.