Editorial, EL MUNDO, 18/10/11
LOS LLAMADOS mediadores internacionales escenificaron ayer en San Sebastián una farsa insultante para cualquier demócrata y, particularmente, para las víctimas del terrorismo. Resulta oprobioso que tras medio siglo de extorsión y casi un millar de víctimas se plante en nuestro país una delegación bien pagada de expertos para poner sobre la mesa las mismas exigencias que la banda de criminales ha venido planteando durante años y para propalar la idea aberrante de que asistimos a un conflicto con dos bandos enfrentados, en pie de igualdad y con la misma legitimidad moral.
Esta desgraciada pantomima no pasaría de ser una anécdota si no hubiera contado con la participación del Partido Socialista y la complicidad silenciosa del Gobierno español, que ha dejado que siga escribiéndose el guión marcado por ETA para regocijo de la banda y de su entorno. Es incomprensible que el Ejecutivo de un país democrático, donde rige el Estado de Derecho, haya consentido celebrar en su territorio semejante Conferencia de paz, en la que sus protagonistas le instan a dar una solución ilegal, extraconstitucional, a lo que denominan «última confrontación armada en Europa».
La declaración de los mediadores es una trampa. Se limita a «llamar» a ETA para que haga «una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada». Ni siquiera pide la disolución de la banda ni la entrega de su arsenal. Pues bien, a cambio de esa simple declaración, que no compromete a más de lo que hoy tenemos, «insta» a los gobiernos de España y Francia a «iniciar conversaciones» con los terroristas para negociar la situación de los presos, solicita «reconocer, compensar y asistir a todas las víctimas» –una forma ladina de dar categoría de damnificados a los etarras, borrando así las líneas que separan a las víctimas de sus verdugos– y propone una negociación de «cuestiones políticas» que no descarte una «consulta a la ciudadanía» –o sea, un referéndum de autodeterminación–. Todo esto en el peor momento de ETA, cuando la banda se halla acorralada por las Fuerzas de Seguridad, tiene una capacidad operativa muy limitada y busca un «abrelatas» para poner en marcha una negociación política que le permita lograr los mismos objetivos que no ha conseguido con el tiro en la nuca y el coche bomba.
Al actuar como lo han hecho, Kofi Annan, Berty Ahern, Gerry Adams y el resto de participantes en la conferencia han servido a la estrategia de ETA. Las pretensiones de este grupo de estrellas internacionales están fuera de la realidad y son inasumibles. Aceptarlas equivaldría a rendir el Estado de Derecho a los terroristas y admitir que el esfuerzo y el sufrimiento de tantos años y de tantas personas ha sido en balde.
Pero lo más grave es que a ese festival montado por ETA, que sin duda servirá de trampolín a los batasunos en plena precampaña, se haya sumado el PSOE cual tonto útil. Ello corrobora la idea de que los socialistas han renunciado a derrotar al terrorismo, quizás con la intención de rentabilizar electoralmente –ahora o en el futuro– su papel. Cabe confiar en que la llegada del nuevo Gobierno tras el 20-N deje sin premio
Editorial, EL MUNDO, 18/10/11