EL MUNDO – 03/06/15 – VICTORIA PREGO
· Ahora es cuando empieza la negociación de verdad porque intervienen en ella los líderes de los distintos partidos situados en el tablero político. Es muy significativo que el presidente del Gobierno se haya embarcado ya personalmente en los contactos. Eso quiere decir que es perfectamente consciente de lo necesitado que está su partido en sacar la cabeza de debajo del agua, que es donde la tiene ahora. Y no dispone más que de una posibilidad para lograrlo, que es la de que Ciudadanos acepte respaldarle en determinadas plazas.
Hay que decir que, una vez que han renunciado a aquella cosa absurda de pretender imponer el compromiso de hacer primarias a los partidos con los que fueran a pactar, el resto de las pretensiones de los de Albert Rivera son altamente razonables. El PP tendrá que estirarse un poco más allá de lo que quisiera para conseguir el apoyo de este pequeño partido, pero no es un esfuerzo imposible.
Y eso es exactamente lo que le preocupa al PSOE, que los de Ciudadanos consideren finalmente que pueden aupar al Gobierno a la candidata popular por Madrid, porque la posibilidad de que hagan lo mismo en Valencia es mucho más remota. Pero Cristina Cifuentes tiene el acuerdo al alcance de la mano si finalmente se decide a sacar de la lista a Álvaro Ballarín, que ha sido desimputado, pero no definitivamente porque, aunque la acusación contra él se retiró de manera repentina, todavía tiene que decidir el fiscal si actúa de oficio o renuncia a mantener vivo el caso. Por lo tanto, Ballarín no está todavía judicialmente limpio y, desde luego, ha sido desleal porque ocultó a la candidata su situación procesal. No es merecedor de demasiados sacrificios.
Cifuentes tiene que ser consciente además de que Madrid es la plaza más importante de España y de que, si ella y su partido se juegan mucho en esta comunidad, Ciudadanos también se lo juega. Se juega su reputación como fuerza que apuesta con toda firmeza y sin debilidades por la limpieza de las instituciones. Es decir, se juega, nada menos que en Madrid, su identidad y sus opciones de futuro.
Eso lo ha entendido muy bien Pedro Sánchez, que ha elegido la táctica de asustar a Rivera agitando los casos de corrupción que implican al PP advirtiéndole de que puede convertirse en su cómplice. Pero precisamente son esas prácticas las que Cifuentes se ha comprometido a erradicar. Aplicando ese mismo esquema a Andalucía, tenemos a una Susana Díaz que se sitúa al margen de los casos de corrupción de su partido y, en consecuencia, no tiene empacho en reclamar la ayuda del PP para ser investida.
Rivera tiene que andarse con pies de plomo y no actuar con inconsciencia pero tampoco con miedo. Una papeleta endemoniada.
EL MUNDO – 03/06/15 – VICTORIA PREGO