Alberto Ayala-El Correo
Nunca he formado parte del colectivo de ciudadanos que piensa que sería bueno para España la formación de una gran coalición que reúna a la socialdemocracia y a la derecha tradicional. Un gobierno como el que tuvo Alemania que, dicho sea de paso, se tradujo luego en unos malos resultados para ambos. Cuestión diferente es que los dos grandes partidos de nuestro país, el PP y el PSOE, el PSOE y el PP sean capaces de ponerse de acuerdo en cuestiones determinantes, lo que no ocurre desde hace años. Por desgracia.
Pues bien, ni lo uno ni lo otro. La primera jornada del debate de investidura de Pedro Sánchez -tras la fallida de Alberto Núñez Feijóo-, que se cerrará este jueves con la reelección del líder socialista como presidente del Gobierno, terminó con la voladura de todos los puentes entre los dos grandes partidos de Estado de nuestro país. O mejor dicho entre sus actuales líderes. Si es que todavía quedaba alguno en pie, escuchando a ambos dirigentes es algo más que dudoso.
El presidente del PP no pudo ser más claro. ‘Cuando le falle el independentismo, no me busque’, lanzó Núñez Feijóo al Sánchez. No hubo respuesta directa del líder socialista. Sí algo bastante más vejatorio para el político gallego. El líder del PSOE se mofó directamente de Feijóo por haber dicho semanas atrás que si hoy no es presidente es ‘porque no quiero’. Entre las risotadas de sus compañeros de bancada le recordó lo evidente: que nunca ha tenido posibilidades de serlo porque aunque hubiera podido recabar el apoyo del PNV o de Junts no le habrían servido de nada porque Vox jamás le hubiera votado en semejantes circunstancias.
El debate entre los dos primeros espadas de la política nacional, duro y sin concesiones, discurrió por donde cabía esperar. Con un Pedro Sánchez vendiéndose como el mejor muro de contención fe la entente entre la derecha y la ultraderecha. Anunciando nuevas y relevantes promesas de corte social, cuya financiación no está del todo clara porque Europa quiere que volvamos a la ortodoxia económica. Y ello por más que el candidato insistió en que con el nuevo gabinete PSOE-Sumar ‘los ricos pagarán más’.
¿Y la amnistía? Pues no mucho más de lo poco que había dicho hasta ahora. Que ‘las circunstancias son las que son’, es decir que necesita los votos de Junts y ERC para seguir en el poder. Y que, por tanto, ‘toca hacer de la necesidad virtud’. Todo ello edulcorado con aseveraciones como que es una apuesta por ‘el reencuentro y la reconciliación’, apuesta que no hacía antes de las elecciones y de conocer sus necesidades para seguir en el machito. Pobreza argumental y ética.
Feijóo lo tenía fácil. Le bastaba con recurrir a la hemeroteca para dejar con las vergüenzas al aire al aspirante y es lo que hizo. Eso y dejarle muy muy claro que va a seguir alentando protestas en la calle contra el Gobierno. La siguiente este sábado en Madrid. ¿Hasta cuándo? Está por ver, aunque el tiempo correrá a favor de Sánchez cuando este jueves logre la investidura. Y es que ni independentistas ni soberanistas tienen más argumentos para romper con Sánchez que para aguantar una legislatura que no será corta.