Del Blog de Santiago González

Lo que nadie podía prever (preveer diría el doctor Asintáctico) era que Teruel también existe, aparte de la plaza del Torico y el diputado Guitarte. El Juzgado de lo Social número 1 de la ciudad se ha marcado una sentencia pionera contra el Gobierno de Aragón por la desprotección que sufrieron los trabajadores sanitarios de la Comunidad para hacer frente a la pandemia.

La sentencia de la juez Alcalde hace un minucioso repaso de los hechos, de los que concluye que los contagios masivos eran previsibles. Coincide el fiscal y añade que, además de previsibles eran ‘evitables’. El presidente Lambán se ha refugiado en el factor de imprevisibilidad, paraguas de todo el Gobierno Sánchez, pero no ha colado. Cita la magistrada los avisos y advertencias de la OMS desde el mes de enero pasado. El ministro Duque revelaba en lo de Herrera el jueves: “no conozco ninguna alerta internacional que el Gobierno haya desoído”. El mismo Pedro Duque había comparecido en rueda de prensa el 21 de marzo pasado, para afirmar que el Gobierno conocía la gravedad del coronavirus desde finales de enero y que ya desde el 2 de febrero tomaron algunas medidas legales frente a la cuestión.

No hubo tal, como demostró el hecho de que no se tomaron las medidas necesarias, un suponer prohibir las concentraciones de masas, principalmente la manifestación del 8-M que tanto exalta el ánimo del doctor Sánchez. Hubo manifestaciones en otros países, es verdad, pero en ningún otro aparte de España, fueron impulsadas por sus respectivos Gobiernos.

La sentencia de Teruel puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón y también puede ser seguida por muchas otras análogas que vayan a suponer un rosario de problemas para el sanchismo gobernante, con el leit motiv de que los efectos de la pandemia eran previsibles y evitables.

No decía la verdad el astronauta el jueves, porque sí ha habido alertas internacionales que el Gobierno ha desoído. Por ejemplo, la recomendación que recibió de la UE el 2 de marzo para evitar manifestaciones multitudinarias. Ese día recibió Don Simón el recado, exactamente, pero no se lo reenvió a las CCAA a las 12:45, ni lo sacó a colación en la reunión interterritorial de Sanidad que presidió el ministro Illa el día 5. Estos tipos justificaron su disimulo con un argumento que intelectualmente los empata con la novia del vicepresidente segundo que admitió a una periodista de ETB que los convocados a la manifestación fueron más prudentes que el Gobierno convocante, jo, tía porque se cortaron mucho y fue por miedo al coronavirus, tía, aunque ella no lo iba a decir, afirmó mientras lo decía. El argumento es que no hacía falta compartir con las Autonomías la recomendación de la Agencia de la UE para el Control y la Prevención de Enfermedades, porque la misma era de dominio público y los interesados podían encontrarla en Internet. No hay quién dé más. Ni menos, porque este hombre portentoso sigue haciendo el milagro de ofrecer cifras nacionales de muertos que están muy por debajo de la suma de los fallecidos en las Autonomías. ¿Cómo hacen el cálculo? Pues con las cifras que proporcionan los Gobierno Autonómicos y una técnica sumatoria absolutamente caprichosa.

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