Una Vergüenza

ABC, 04/03/13
ESPERANZA AGUIRRE

Una vez más, urge reagrupar todas las fuerzas políticas decentes para acabar de verdad con ETA y con sus disfraces. El Estado de Derecho tiene instrumentos más que suficientes para frenar tanta indecencia, tanta indignidad y tanta chulería como la que exhiben desde ese indisimulado disfraz que ahora se ha puesto la banda etarra
Incomprensible Nadie con dignidad puede contemplar impasible cómo los violentos se exhiben, orgullosos de sus crímenes, y cómo las víctimas son olvidadas»

La sentencia del Tribunal Constitucional por la que se le enmienda la plana al Tribunal Supremo y se legalizan las «marcas blancas» de ETA, entonces llamadas Herri Batasuna, Euskal Herritarrok o Batasuna, resulta cada día más indignante. Hoy, los mismos perros con los mismos collares, aunque con otros nombres, como este de Sortu, son legales, ocupan las instituciones y para conseguir sus fines, que dicen que son la independencia y el socialismo, no ocultan que están dispuestos a utilizar los mismos medios que ha utilizado hasta ahora ETA: el tiro en la nuca, la bomba lapa, los secuestros, la extorsión y el terror.

Y ni siquiera lo disimulan, porque no les hace falta. Si han conseguido la legalización y la presencia en las instituciones democráticas sin abjurar de ninguno de sus 858 asesinatos, sin mostrar el menor arrepentimiento, sin pedir perdón a las víctimas, sin colaborar con la justicia en la resolución de los 326 crímenes que aún siguen sin ser esclarecidos y sin entregar las armas que guardan para ser utilizadas si no se satisfacen sus pretensiones, ¿para qué van a disimular que son ETA, que comulgan con sus fines y que aprueban los medios que ETA ha utilizado?

La esencia del terrorismo es muy simple: aterrorizar a la población para que ceda ante las pretensiones del terrorista a cambio de que cese el terror. El terrorista no quiere matar siempre, mata hasta que consigue lo que se ha propuesto, que no es otra cosa que sembrar tanto miedo como sea necesario para que la sociedad se rinda a sus deseos y pretensiones.

Una vez rendida y humillada la sociedad española, ya no hace falta matar más. Y esto es lo que se escenifica cuando vemos la celebración de congresos y saraos como el de la fundación de Sortu, cuando vemos cómo presentan a sus dirigentes, que vienen todos de la antes ilegal Batasuna, cuando vemos cómo vitorean a los asesinos y cuando escuchamos cómo los asistentes incitan a ETA a seguir asesinando, aunque hipócritamente los que están subidos en la tarima parecen no corear esos gritos.

Esto no se puede tolerar. Ningún ciudadano con un mínimo de sensibilidad democrática puede tolerar esas exhibiciones por parte de unos sujetos que han llegado a donde han llegado gracias al uso del terror y la violencia. Ningún ciudadano con un mínimo de dignidad puede contemplar impasible cómo los violentos se exhiben, orgullosos de sus crímenes, y cómo las víctimas, los que lo han perdido todo, son olvidadas y humilladas en muchos casos. Es una inmoralidad.

Que el secretario general de esta nueva, y ahora legal, marca de ETA afirme que «la confrontación armada no ha sido buena para nadie» es un insulto a la dignidad y al honor de cualquier persona honrada y con un mínimo de sentido de la justicia. «No ha sido buena para nadie» dice este sujeto, y tenemos que entender que ha sido igual de mala para Miguel Ángel Blanco que para el asesino que le metió dos tiros en la cabeza a sangre fría un día de julio de 1997. Pero ¡qué absurdo es éste!, pero ¡qué locura de indignidad es ésta!

Estamos ante la fase final del desafío que ETA planteó al Estado hace ya más de cincuenta años. Por mucho que sepamos que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han derrotado policialmente a ETA, no podemos dejar de tener la sensación, cuando vemos las exhibiciones jactanciosas de sus secuaces, de que ETA no va perdiendo su desafío, sino todo lo contrario.

Ser derrotados por una banda de asesinos y chantajistas no pueden tolerarlo ni España ni los españoles. Una vez más, urge reagrupar todas las fuerzas políticas decentes para acabar de verdad con ETA y con sus disfraces. El Estado de Derecho tiene instrumentos más que suficientes para frenar tanta indecencia, tanta indignidad y tanta chulería como la que exhiben desde ese indisimulado disfraz que ahora se ha puesto ETA. Y hay que utilizarlos, y cuanto antes, mejor.