Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Como le conozco personalmente y le tengo más aprecio personal del que él supone y probablemente merece, voy a evitar los adjetivos que me suscitan las declaraciones del consejero Pedro Azpiazu. Dado los puestos que ha ocupado en el escalafón de la administración vasca, en el Gobierno y en la Diputación de Bizkaia, no puede aducir ignorancia. Así que, ¿a qué viene esto? ¿De verdad está convencido de que la actividad de ETA con las empresas y los empresarios, sus 80 secuestros, sus 50 asesinatos, algunos incluso de los ‘nuestros’ y los muchos miles de extorsionados no ha tenido la mínima incidencia negativa en la economía de la sociedad vasca?
¿De verdad cree que no se han perdido inversiones? ¿De verdad cree que los miles de empresarios y profesionales expulsados por la violencia de ETA no han restado actividad, no han desviado inversiones, no han anulado proyectos? Pues primero se fueron ellos, con el miedo en el cuerpo, después se llevaron a sus familias y más tarde trasladaron su vida, su futuro personal y sus proyectos profesionales. ¿De verdad cree que la actividad de ETA no ha tenido influencia en el desarrollo de algo tan importante como son los enlaces ferroviarios? Aunque hubo muchos proyectos en medio, el primer ferrocarril (entre Bilbao y Tudela) llegó al País Vasco quince años después de inaugurarse la primera vía peninsular entre Barcelona y Mataró. Por comparación, el AVE se inauguró con ocasión de la Expo de Sevilla en 1992. Hoy, 31 años después seguimos esperando. ¿Ha tenido algo que ver la actividad de ETA, y no solo de ETA, en este retraso incomprensible? ¿Tuvo algo que ver con los problemas de la red de autopistas, se acuerda el consejero Azpiazu de la autovía del Leizaran?
¿Tiene el mínimo sentido de la oportunidad decir esto el mismo día en que se consuma el fin de la dispersión de los presos etarras y decirlo cuando se cumple el 40 aniversario de la bomba que explotó en las oficinas centrales del Banco de Vizcaya y mató a tres empleados? ¿No ha tenido nada que ver todo ello es su lento pero constante proceso de deslocalización, que ahora, cuatro décadas después se pretende revertir?
Igual es mucho pedir que el consejero se lea los numerosos informes que evalúan la pérdida que ha supuesto ETA para la economía vasca, en algunos de los cuales participa quien ayer le interpeló, pero ¿podemos pedirle un poco de sensibilidad, un poco de rigor y, ya puestos, un poco de sentido común? Pedro Azpiazu perdió ayer una gran oportunidad de callarse. ¿Qué sentido tiene decir tamaña falsedad, insultar de esta manera a la razón y ningunear de manera miserable a la multitud de perjudicados por ETA que, en realidad y en definitiva, somos todos los vascos?