EL MUNDO 22/03/15
· Ve imposible la independencia y acusa a Mas y a Convergència de caer en el «populismo de eslóganes como el ‘España nos roba’, que sólo favorecen la desarticulación política».
Después de tanto tiempo especulando sobre si Convergència iba a dejar a Unió tirada para sellar su alianza con Esquerra Republicana, después de tantos desprecios e insultos de líderes y cuadros convergentes a sus socios y concretamente a su líder, Josep Antoni Duran Lleida… Lo que al final va a suceder es que todos estos faroles van a palidecer ante la decisión que han tomado los democristianos de emprender su camino en solitario.
En Unió están convencidos de que CiU va a sufrir un descalabro en las elecciones municipales como prólogo del gran batacazo que va a sufrir en las elecciones autonómicas anunciadas para el 27 de septiembre. Y no tienen duda de que permanecer unidos a ArturMas les va a llevar al fracaso y a la extinción.
«Con Pujol», sostiene uno de los principales líderes del partido que fundó Carrasco i Formiguera, «CiU era de centro y podíamos pactar con todo el mundo. Ahora estamos solos, en un extremo, dramáticamente alejados de nuestros votantes, y sólo podemos pactar algunos asuntos con Esquerra, y siempre con la duda de si al final van a cumplir o van a traicionarnos».
El mismo líder sostiene que «a Mas, que es una persona de trato amable y educado, le faltan las cuatro nociones de fondo sobre lo que es un Estado y sobre lo que es la política que tan imprescindibles resultan para los que queremos dedicarnos a este oficio».
Unió someterá el próximo 14 de junio a referendo entre su militancia la hoja de ruta que tiene que seguir el partido ante el desafío secesionista. «No será un referendo sobre la independencia o la no independencia, como algunos quieren plantear, porque un partido no se basa en los deseos de cada cual, sino en aquello que se puede hacer y que, por lo tanto, podemos ofrecer a la sociedad. Lo que los militantes de Unió tendrán que refrendar es una estrategia política que se base en nuestra razón de ser y que asegure nuestra supervivencia como partido».
Unió ve imposible la independencia, apuesta por la confederación y acusa a Mas y a Convergència de haber caído «en el populismo de eslóganes de venta fácil como el España nos roba, que sólo favorecen la desarticulación de la política».
Aunque la mayor irresponsabilidad, según los líderes democristianos, la cometen el president y sus colaboradores «cuando animan al incumplimiento de la ley o ellos mismos la incumplen. No es serio decir que podemos saltarnos la Constitución o que no representa a los que no la votaron. Este tipo de discurso favorece y legitima a los populismos antisistema, que son el fin de la política y de la democracia».
La cúpula de Unió está trabajando para definir el referendo del día 14 de junio y también para ganarlo lo más holgadamente posible, para poder tener la fuerza y la cohesión suficientes para tomar su propio camino. Creen que las elecciones municipales certificarán su impresión de que CiU avanza hacia el abismo, y que «los militantes de Unió entenderán sin demasiada dificultad que la extinción del partido es lo único que nos espera si continuamos sin hacer nada».
Unió tiene encuestas propias que les otorgan entre siete y nueve escaños en el caso de que se presentaran en solitario. A las cifras menguantes del soberanismo, esta pérdida de diputados podría resultarle no sólo letal, sino definitiva.
«Tenemos que avanzar. Si Convergència apuesta por la independencia, aunque sea con subterfugios, nosotros no podemos continuar haciendo equilibrios. No podemos continuar engañando a la gente, porque al final la gente nos va a abandonar. Si finalmente el 27 de septiembre hay elecciones, el Parlament quedará tan fragmentado que será ingobernable, y en menos de un año habrá que volver a convocar».
Si al final el divorcio se consuma, será por voluntad de Unió. Muy difícilmente Mas habría roto su alianza con Duran. «Unió y Duran son aliados principalísimos en mi estrategia», ha dicho siempre el actual president de la Generalitat, a pesar de que su entorno haya siempre deseado la ruptura.
Unió culpa precisamente a este entorno de Mas de su deriva suicida. «Con DavidMadí tuvimos diferencias, pero Madí sabía lo que hacía. QuicoHoms es una auténtica nulidad». Y, en cualquier caso, entienden que «las decisiones que Convergència lleva tomando en los últimos tiempos son contrarias a cualquier inteligencia política».
Para reforzar las tesis de los dirigentes de Unió, otro de sus líderes se refiere a la reunión que mantuvieron con el lehendakariIñigo Urkullu, y en la que el dirigente vasco les dijo que «lo que Convergència no ha entendido es que PP y PSOE no son nuestros adversarios. PP y PSOE son aquellos con los que pactamos dependiendo de quién gane en España. Nuestros adversarios son Esquerra y Bildu». Y según cuenta el mismo líder democristiano, el lehendakari también les dijo que «Ibarretxe nos metió en un lío del que salimos con moderación y pragmatismo, y no saltando al vacío».
Mas empezó ganando dos veces y viendo cómo le hacían dos tripartitos que le relegaban a la oposición. Fue en 2003 y en 2006. En 2010, cuando lo tuvo todo a favor para obtener la mayoría absoluta, se quedó (62) a seis escaños de conseguirla. Y en su afán oportunista por exprimir electoralmente lo que el creyó el afán de un pueblo y que sólo fue una demostración callejera, anticipó las elecciones; en lugar de lograr la «mayoría excepcional» que reclamó, perdió 12 diputados (50).
Más recientemente, para evitar la debacle que todas las encuestas le pronostican, y que le otorgan entre 30 y 35 diputados, intentó refundar Convergència a costa de Esquerra Republicana, e intentó engañar a OriolJunqueras con la lista única o unitaria. Y no sólo Esquerra le ha dicho que no, sino que sus socios de toda la vida están preparando también las maletas para abandonarle.
En otra sublime demostración de audacia, quiso celebrar la consulta del 9-N pero sin correr riesgos, de modo que mantuvo la pantomima de las cajas de cartón pero las vació de contenido político. Y al final se ha encontrado con que la fiesta no contó como referendo y, en cambio, se enfrenta a las mismas consecuencias penales a las que tendría que hacer frente si lo hubiera convocado como tal.
Como Unió plantea en su análisis del presente y del futuro de la política catalana, «CiU, con Jordi Pujol, tuvo siempre vocación mayoritaria y capacidad para pactar con todos, y ahora Artur Mas se está quedando arrinconado y solo, y sin parar de perder votantes».
ERC no confía en Mas ni le cree capaz de avanzar en el proceso secesionista, y Unió se marcha porque le ve abocado al abismo. Los electores se dispersan o se abstienen. Convergència se desangra. Mas está a punto de culminar el fracaso más estrepitoso de la historia política catalana.