Juan Carlos Girauta-ABC
PP y Cs, ofrézcanse a aprobar los Presupuestos, siempre que incluyan las partidas de gasto relacionadas con el coronavirus
Arrancado el Gobierno de su siesta y de su fiesta por la fuerza de los hechos y de la crítica, parece que la crisis sanitaria se maneja, por fin, de acuerdo con criterios más técnicos y menos políticos. En cuanto a la incertidumbre económica, hoy podrían concretarse algunas medidas excepcionales. Sabemos, por ejemplo, que el ministro de Seguridad Social ha anunciado una prestación para que los padres, con los colegios cerrados, puedan ocuparse de sus hijos. La prestación se prevé para ocupaciones que no permiten recurrir al teletrabajo. Siguiendo la literalidad del anuncio, «esta opción elimina cualquier coste para la empresa».
Bien hecho. La iniciativa debería acompañarse cuanto antes de un íter administrativo claro, rápido, lo menos burocrático posible, como
corresponde a una medida de urgencia. Esta persigue varios fines: el principal, combinar el mínimo impacto de la crisis en el empleo con la máxima garantía de que las directrices sanitarias se siguen.
Será la primera de un paquete de decisiones de excepción cuyo rasgo común es obvio: el coste. Un coste imprevisto y nada desdeñable que obliga a replantear los Presupuestos de forma expansiva, sin que esta vez subyazca una u otra posición doctrinal frente a una crisis de demanda que aún no ha llegado, pero que llegará. Lo que ahora prima es la necesidad de atender necesidades derivadas de un peculiar «cisne negro»: una pandemia en la que aparecemos como quinto país en número de infectados.
Admirados colegas han invocado en estas páginas el imperativo moral de la colaboración entre un gobierno y una oposición que mantienen una relación pésima. Un modo eficaz de ponerse a ello, aplazando las graves diferencias que tiñen la política nacional, es mostrarle a Sánchez la disposición a aprobar unos Presupuestos que han de contener las partidas necesarias para que las medidas de emergencia puedan materializarse sin escollos contables y sin zancadillas políticas, y que desahogarán por fin a las comunidades autónomas.
Anteayer, el portavoz parlamentario de ERC manifestó que, para su formación, cada vez tenía menos sentido abordar la aprobación de los Presupuestos. Pero al país le sucede justo lo contrario. No es este el momento de prolongar los desalentadores regateos de esos socios de Sánchez, básicamente relacionados con las concesiones de una mesa política que, ante la pandemia, suena aún más absurda de lo que siempre ha sonado.
PP y Ciudadanos deberían ver esto como una oportunidad: ofrézcanse a aprobar los Presupuestos, siempre que incluyan las partidas excepcionales de gasto relacionadas con la crisis sanitaria y económica del coronavirus, y siempre que excluyan abusos intolerables fruto de la presión de los socios de un gobierno débil. Esa importante ley tendría el respaldo de una holgada mayoría y, de acuerdo con el último Consejo Europeo, telemático, no comprometería el cumplimiento del déficit.