EL CORREO – 14/06/14
· Dice que si fuera una decisión personal actuaría «diferente» y avisa que no participará en las «celebraciones» posteriores.
El lehendakari Urkullu, que se declaró abiertamente republicano en enero, participará en el acto solemne de proclamación de Felipe VI por «responsabilidad institucional», pero acudirá al Congreso con espíritu «crítico constructivo» y «para significar» la necesidad que él juzga urgente de instaurar un «nuevo modelo de Estado». Así justificó ayer el jefe del Ejecutivo su decisión de estar presente el próximo jueves en la histórica ceremonia, tal como adelantó EL CORREO, pero quiso dejar claro que no acude porque la institución monárquica le inspire un especial entusiasmo sino porque cree que es su deber como primer responsable institucional vasco –y máximo representante del Estado en Euskadi, además– cumplir «con lealtad y respeto» sus obligaciones. «Debo un respeto a las instituciones como representante principal de Euskadi; por tanto mi responsabilidad es mantener y desarrollar las relaciones institucionales y también trabajar para mejorarlas y modificarlas», argumentó.
Es decir, Urkullu no irá a validar la sucesión en la institución monárquica sin más, sino a simbolizar su voluntad de mantener todos los puentes abiertos y la mano tendida para intentar que la nueva etapa histórica que abrirá el fin del reinado de Juan Carlos I y el inicio del de Felipe VI signifique también el principio de un camino para Euskadi y su encaje en un Estado remozado, una vez agotado, según creen en Ajuria Enea, el modelo puesto en pie durante la Transición democrática.
No obstante, en la Lehendakaritza no son demasiado optimistas al respecto, al menos de momento, porque, aseguran las fuentes consultadas, no han visto aún ningún «gesto» que permita pensar que el nuevo jefe del Estado vaya a insuflar aires de modernidad a la Corona. Como ejemplo, subrayan que el todavía Príncipe de Asturias será proclamado Monarca con su uniforme de capitán de todos los Ejércitos pese al carácter «civil» de la sociedad española o los afanes gubernamentales para ultimar a contrarreloj una ley ‘ad hoc’ que garantice el blindaje jurídico de don Juan Carlos –que seguirá recibiendo tratamiento de Rey– frente a posibles demandas.
Urkullu desgranó sus razones para acudir a la ceremonia del jueves en respuesta a una pregunta durante el pleno de control del parlamentario de EH Bildu Oskar Matute, que le pidió directamente que no asista para no legitimar «una farsa» que, según dijo, no hace sino dar continuidad a una «dinastía», la de los Borbones, que contó en su momento con la aquiescencia del dictador Francisco Franco. «Por respeto a la mayoría social vasca, su sitio no está en el Congreso», recalcó, antes de afear al lehendakari que dé una imagen de «súbdito» al asistir al acto, propio, según dijo, de una institución «antidemocrática» y de inspiración «medieval».
Diálogo y acuerdo
Urkullu no ahorró explicaciones y trató en todo momento de justificar su presencia en la ceremonia por la dimensión política e institucional de la misma. De hecho, llegó a decir que si la decisión de acudir fuera meramente «personal», probablemente su actitud sería «diferente». Por cierto que, aunque el argumento para no confirmar de manera oficial hasta ayer su asistencia era no haber recibido la protocolaria invitación, sí admitió en la tribuna de oradores de la Cámara vasca que todavía no la tenía en su poder.
Además, quiso dejar claro que su posición no es la de aplaudir al nuevo Rey, sino la de mostrar respeto: por eso, presenciará la proclamación junto al resto de presidentes autonómicos, pero no participará ni en la sanción de la ley orgánica de abdicación que se escenificará la víspera en el Senado –el último acto de don Juan Carlos como Rey, al que sí acudirá, con toda probabilidad, Artur Mas– ni en la recepción posterior que ofrecerán los nuevos Reyes ante 1.500 invitados tras recorrer el centro de Madrid. «No participaré en los actos previos y posteriores de sanción, desfile y celebración», enfatizó, tras insistir en que su presencia en la capital es pertinente por lo que tiene de «oportunidad de proponer las reformas profundas que son necesarias».
«Mientras haya la más mínima posibilidad de diálogo y acuerdo, y a ello ayude el respeto institucional, merece la pena explorarlo. Cuando no la haya, hablaremos de otras cosas, apuntó, tras recordar a la izquierda abertzale que el pasado miércoles intervino en la tribuna de oradores del Congreso durante el debate de la ley de abdicación o que el diputado de Amaiur Xabier Mikel Errekondo fue recibido por el Rey en la habitual ronda de consultas tras la constitución de las Cortes. «Mantener una relación no significa aceptar la situación», apostilló.
A partir de ahí, y en respuesta a otras dos preguntas de la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, y el parlamentario de UPyD, Gorka Maneiro, sobre ese nuevo modelo de Estado que defiende, Urkullu insistió en su propuesta de bilateralidad efectiva y con garantías entre Euskadi y el Estado, pero introdujo un matiz novedoso: instó a la dirigente popular a ser «valiente» para «adecuar» su oferta política al sentir social. «Conoce usted la demanda generalizada arraigada para constitucionalizar el derecho a decidir», le dijo, cinco días después de la gran cadena soberanista en favor de la autodeterminación.
Aunque dijo no inspirarse en ningún modelo concreto, Urkullu sí insistió en que si Reino Unido y Escocia han llegado a un acuerdo para convocar un referéndum de independencia «nosotros también podemos hacerlo». Y a Maneiro le recordó que su reto es alcanzar un nuevo «marco de relación» con el Estado que reconozca el «hecho diferencial» vasco y sea ratificado en una consulta legal y pactada.
EL CORREO – 14/06/14