Editorial, EL CORREO, 22/5/12
La elección del candidato del PNV subraya el carácter preelectoral del momento político
La nominación de Iñigo Urkullu como candidato a lehendakari -propuesta que el EBB ha trasladado a las bases jeltzales para su refrendo y ratificación por la Asamblea Nacional del PNV el próximo 5 de julio- confirma el liderazgo sin alternativa que ejerce en el seno de su partido y la unánime confianza de sus principales dirigentes en sus posibilidades para devolver al nacionalismo a Ajuria-Enea. La decisión constituye una muestra de compromiso solidario, de coincidencia de intereses en el seno de un partido que encarna posiciones que van del soberanismo más insistente a un pragmatismo gradualista en términos de autogobierno, si bien la eventual designación de Urkullu como lehendakari plantearía, según los estatutos del PNV, una incompatibilidad que él mismo ha calificado de «sobrevenida» entre la asunción del cargo institucional y la presidencia del partido; lo que podría reverdecer las desavenencias en su seno. Pero aunque en tal supuesto los jeltzales vuelvan a hacer efectiva la bicefalia entre el máximo responsable del partido y su máxima representación institucional, el PNV no podrá soslayar indefinidamente la adecuación de sus normas internas al desarrollo de la democracia parlamentaria y a la gestión cada vez más compleja de un poder público poliédrico. La disociación entre el liderazgo partidario y el institucional no se compadece fácilmente con el escrutinio ciudadano que requieren los partidos y sus dirigentes en una sociedad plural. La nominación del candidato del PNV contribuye a subrayar el carácter preelectoral del período que se abre tras la ruptura del pacto entre Basagoiti y López. Desde ayer las relaciones entre un lehendakari en minoría y las otras dos principales formaciones parlamentarias han pasado a una dimensión propia de la disputa electoral, clave en la que serán interpretados sus respectivos gestos. Por eso es imprescindible que, iniciada la carrera electoral, el obligado contraste de pareceres no enturbie un momento tan delicado para la legitimación de las instituciones frente a la crisis y de cara al final de ETA. También por eso será necesario que la nominación de Urkullu vaya acompañada de la clarificación de las intenciones que su candidatura alberga para la próxima legislatura.
Editorial, EL CORREO, 22/5/12