EL CORREO 23/02/13
· El lehendakari pide un voto de «confianza» para Jonan Fernández al frente de la secretaría de Paz y Convivencia.
BILBAO. Iñigo Urkullu superó ayer sin aparentes agobios su primera sesión de control en el Parlamento de Vitoria desde que es lehendakari. En su estreno en este formato condensó sus intervenciones en el anunciado reto de la legislatura por profundizar en el autogobierno. El jefe del Ejecutivo vasco insistió en que el proyecto del PNV pasa por la aprobación de un nuevo estatus político que desemboque en el «reconocimiento de Euskadi como nación en Europa». A su juicio, se trata de una demanda avalada por «el sentir mayoritario de la sociedad vasca».
Urkullu se enfrentó desde la tribuna a los partidos de la oposición, en un debate en el que sólo faltó el líder del PSE, Patxi López, citado para resolver una demanda judicial contra un sindicalista que le había insultado en su recta final en la Lehendakaritza. Sin la presencia de su antecesor, el lehendakari se fajó con el resto de líderes políticos. Fue sucinto al responder a Laura Mintegi (EH Bildu); no se salió del guión con Antonio Basagoiti y Arantza Quiroga (PP); evitó entrar al trapo de José Antonio Pastor (PSE); y se vio obligado a emplearse a fondo con un incisivo Gorka Maneiro (UPyD), el parlamentario que puede romper eventuales empates en la Cámara.
Mintegi abrió la espita al emplazarle a dar cuenta del contenido de las reuniones con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. «No hay secretos», respondió Urkullu, que se remitió a las explicaciones públicas dadas sobre su última cita en La Moncloa, celebrada el 30 de enero. Entre otros temas, reiteró que había defendido ante Rajoy la necesidad de «avanzar en un nuevo estatus político» para Euskadi.
Urkullu colocó el autogobierno en el centro del debate para defender el repliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en respuesta a una cuestión planteada por Basagoiti. El presidente del PP censuró la «obsesión nacionalista» con la retirada de la Guardia Civil y de la Policía, cuando, en su opinión, habría que darles «las gracias por sus logros en la lucha contra el terrorismo». El lehendakari evitó un aplauso tan expreso y avaló la propuesta de su consejera de Seguridad para «adecuar» los efectivos del Estado al «nuevo tiempo de oportunidades» abierto tras el cese definitivo de ETA.
«Ojalá fueran embajadas»
Urkullu echó el resto al dar la réplica a Maneiro, que denunció las apelaciones «soberanistas» del PNV para vender la «falsa idea de que Euskadi es un Estado independiente». El lehendakari se apoyó en su apuesta por «actualizar el estatus del autogobierno» sobre la base de un gran acuerdo, antes de exponer la almendra de su pensamiento: «Queremos que Euskadi crezca como nación, crecer en Europa, lograr el reconocimiento de la nación vasca».
Maneiro, que sólo vio «ruina en esa senda», volvió a la carga al cuestionar el mantenimiento de las delegaciones vascas en el exterior que, según los cálculos, costaban algo más de 5 millones de euros anuales en la época de Ibarretxe. El parlamentario de UPyD exigió suprimir «las embajaditas», y más en tiempos de recortes sociales.
Urkullu negó la mayor. Ratificó su respaldo a esas sedes y a difundir «una marca propia» del País Vasco, pese a la obligada austeridad en el gasto público. «La internacionalización de Euskadi no es una opción; es una necesidad», proclamó, sin desvelar eventuales recortes presupuestarios en este servicio. «Ojalá las delegaciones fueran consideradas embajadas», añadió.
En la última discusión política, Urkullu se vio en la necesidad de defender «la honestidad intelectual» del exresponsable de Elkarri Jonan Fernández al frente de la nueva secretaría de Paz y Convivencia, cuestionada por el PP y UPyD. Arantza Quiroga emplazó al Gobierno del PNV a mantener «la exigencia en la deslegitimación del terrorismo», mientras Maneiro censuró a Fernández, al considerarle «un gran defensor de la negociación política con ETA». Urkullu pidió un voto de «confianza» para el equipo, así como «sensibilidad y generosidad» para avanzar en el reto de la pacificación. «La paz no es sólo ausencia de violencia», subrayó.
EL CORREO 23/02/13