El PNV exhibió ayer músculo en su plaza más fiel: Vizcaya. En este territorio, su presidente Iñigo Urkullu, dispuso ayer para su discurso en clave interna de un electorado entregado, menos enfrascado con la autodeterminación, como el guipuzcoano, y ante el que no tiene que dar explicaciones por los casos de corrupción, como el alavés.
Quizá por ello, el líder peneuvista aprovechó el fervor de su público más afín en la presentación de los candidatos de Vizcaya para las elecciones municipales y forales del 22 de mayo, en el BEC, para tratar de armonizar el ideario del partido. Si la actualidad pone en primera plana la legalización o no de Sortu, Urkullu lo resituó de cara a los suyos: «Lo que tengan que hacer, que lo hagan ellos. Su situación es su problema», dijo.
La hoja de ruta quedaba clara: «No nos despistemos y que no nos despisten». Una explícita manera tratar de que sus votantes caminen por la misma senda, una ruta marcada por el propio partido y no por agentes externos. Así, Urkullu, se remitió a la iniciativa Ados (Acuerdo), presentada hace un año sobre el mismo escenario y que llevaba como sello de identidad la paz, el autogobierno y la internacionalización.
De esta manera, el presidente del PNV recordó al público que su partido ya ha abogado por la legalización de Sortu, «que ha rechazado la violencia de ETA explícitamente», y que el momento político, a 69 días de las elecciones locales y forales, requiere mostrar al fin una agenda política. Por ello, Urkullu enumeró sus premisas para Euskadi: generar empleo, la vivienda, las oportunidades para los jóvenes, la mejora de las comunicaciones y las políticas sociales. «Tenemos que identificar cuáles son nuestros desafíos. Tenemos que repensar Euskadi y ante ello cuál es nuestra visión. Hay mucho que mejorar todavía», apuntó para incentivar el compromiso dentro de la familia jeltzale.
No obstante, Urkullu trató de realzar su mensaje refiriéndose, de nuevo, al PSE y a su socio de Gobierno, el PP. «El cambio se les ha agotado», indicó antes de remarcar que «la gente ve que es un cambalache entre dos y que no están de acuerdo en casi nada. Uno dice las cosas y el otro le desdice».
En el caso del PP, Urkullu volvió a considerar «repugnantes» las declaraciones del líder popular vasco, Antonio Basagoiti, por poner «en tela de juicio» el compromiso contra ETA de los tres primeros lehendakaris que desde la restauración de la democracia ha tenido Euskadi: Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza y Juan José Ibarretxe. «Su actitud es indigna de un responsable político vasco», abundó.
Para contribuir a magnificar la fuerza del mensaje de cohesión interna en el PNV, Urkullu contó con la ayuda del alcalde bilbaíno, Iñaki Azkuna, a quien, a tenor de la reacción de algunos de los candidatos, los aspirantes tienen como modelo de gestión. «Hay que apoyar a los emprendedores, que son los que generan empleo. Y debemos estudiar idiomas. El euskera está bien, pero también inglés, francés y chino», aseguró.
De su lado, el presidente del PNV vizcaíno, Andoni Ortuzar, centró su discurso en volver a concretar cuál será el objetivo de los jeltzales para el 22 de mayo: «Sacar un voto más que la suma PSOE-PP». Así, se mostró convencido de que estas dos formaciones extenderán su acuerdo para el Gobierno vasco a los municipios. «No nos volverán a engañar», exclamó Ortuzar.
Finalmente, el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, aseveró que «no estamos bien, pero mejor que España», algo que achacó a la labor realizada por su partido en las anteriores legislaturas. «Defenderemos la casa del padre», concluyó, parafraseando al poeta Gabriel Aresti.
EL PAÍS, 14/3/2011