EL CORREO 21/09/13
· El lehendakari desea que Euskadi sea reconocida «a nivel internacional», mientras el PSE le exige «claridad»
Un día después del pleno de política general que sirvió para oficializar de forma definitiva la nueva química entre el PNV y el PSE, el lehendakari dejó claro ayer que su alianza con los socialistas, cuyo eje prioritario es la reforma fiscal, no ha aparcado una de las principales propuestas que estaban incluidas en su programa electoral y que, precisamente, puede ser el mayor escollo a la hora de normalizar su relación con la formación de Patxi López: la celebración de una consulta sobre el nuevo estatus político de Euskadi, que el jefe del Ejecutivo quiere, como recalcó ayer, que sea en 2015 y pactada con todas las formaciones y con el Gobierno central.
Durante la sesión celebrada el jueves en el Parlamento, Urkullu ya recordó a los presentes que, como miembro del PNV, desea que Euskadi avance en su reconocimiento como «nación», pero matizó que, como lehendakari, no quiere correr «riesgos» y que delegará en los partidos el debate sobre el nuevo estatus político para no «dividir». «Creo en el acuerdo entre diferentes y creo que se puede sustanciar esta legislatura», señaló en la Cámara autónoma durante un discurso en el que no utilizó el término consulta.
Pero su discurso de ayer fue un paso más allá y marcó plazos concretos. En el transcurso de una entrevista en Euskadi Irratia, Urkullu insistió en que «ya es hora» de que Euskadi sea «reconocida como nación a nivel internacional» siguiendo un modelo similar al de Escocia, donde los gobiernos de Edimburgo y Londres «han pactado cuáles deben ser el procedimiento y el planteamiento para preguntar a los escoceses». «Lo que planteo es poder materializar ese derecho a decidir pactado. Hace tiempo que llevamos diciendo que la sociedad vasca debe tener la opción para decir lo que piensa sobre su futuro y decidir lo que quiere ser», ahondó el lehendakari.
En este sentido, abogó por un pacto entre el Gobierno vasco y el español para buscar una fórmula similar que permita celebrar en 2015 una consulta popular sobre esta cuestión. A pesar de las evidentes dificultades, Urkullu se mostró convencido de que la Constitución ofrece resquicios que abren la puerta al reconocimiento de Euskadi como «nación». Una vez más miró a Reino Unido, cuya legislación reconoce que está formado por «distintas naciones». «Creo que deberíamos ir por ahí», aventuró el lehendakari, que también se esforzó en marcar diferencias formales con el ‘plan Ibarretxe’.
Socialistas y populares están convencidos de que el proyecto diseñado por el equipo de Urkullu es similar al ideado por el anterior lehendakari nacionalista, que acabó siendo rechazado en el Congreso de los Diputados. Urkullu avisó ayer que desde el punto de vista de los contenidos y la apuesta por el autogobierno no existen grandes discrepancias con el documento de Ibarretxe. Pero reconoció que el procedimiento «hay que realizarlo de otra manera». «Por eso reivindico desde la pluralidad, desde el realismo jurídico, que hay que llegar a un acuerdo con el mayor número de formaciones», dijo Urkullu, quien abogó por un acuerdo entre quienes «son abertzales y los que no».
El lehendakari admitió que las prioridades de los vascos pasan en este momento por salir de la crisis y que cuando sea superada será el momento para hablar de un nuevo estatus político. «Las prioridades son las prioridades», enfatizó. De hecho, reconoció que si «hoy pusiera encima de la mesa una propuesta» sobre esta cuestión habría «tira y aflojas», por lo que subrayó que el lugar idóneo para este debate tiene que ser el Parlamento.
El problema para Urkullu es que ese acuerdo transversal –que busca sobre todo con el PSE para diferenciarse del ‘plan Ibarretxe’ y tener un mayor recorrido legal– no es sencillo. Durante su intervención del jueves, Patxi López tendió la mano a Urkullu para «fomentar un nuevo pacto ciudadano por la concordia y la unidad». «Una renovación de la voluntad de seguir viviendo juntos», dijo el dirigente socialista, aunque también advirtió al lehendakari que cualquier intento de reeditar el pacto de Lizarra se encontrará con el rechazo de su partido.
«Cierto malestar»
Pero más allá de la buena voluntad por ambas partes existe un obstáculo de principios. El PSE está dispuesto a reformar el Estatuto y a profundizar en el autogobierno, pero rechaza de plano cualquier alusión al derecho a decidir. Las declaraciones de Urkullu, de hecho, provocaron en las filas del PSE un «cierto malestar» al considerar que generan «una dinámica peligrosa» al «activar mecanismos difíciles de controlar».
Para los socialistas, situar en 2015 la meta de la consulta puede condicionar toda la legislatura. En todo caso, se esforzaron en desvincular las palabras del jefe del Ejecutivo del acuerdo suscrito en materia fiscal y volvieron a recordar que, incluso con Ibarretxe en Ajuria Enea, el PSE avaló los Presupuestos del Gobierno vasco. «Son ámbitos diferentes», recalcó un portavoz oficial.
Sin embargo, dos de los principales dirigentes del partido lanzaron varios avisos al lehendakari. La portavoz, Idoia Mendia, le advirtió que los mandatarios «institucionales» deben tener la «responsabilidad» de no hacer propuestas que «a lo único que conducen» es «a la frustración de su pueblo y a la división de la sociedad».
«Lo que se le tiene que exigir es claridad. Si quieren abrir un debate en el Parlamento con una ponencia específica que nos aclaren sobre qué quieren hablar y nos presenten un texto», añadió Mendia, quien subrayó que cuando Urkullu habla de un «nuevo estatus para 2015 no es demasiado concreto y toca lugares comunes y manidos».
Lo que ha ‘escocido’ a los socialistas es que el jefe del Ejecutivo vasco insista en la fecha. «Si el Gobierno tiene muy claro lo que quiere, que lo proponga y discutiremos sobre su propuesta. Si quiere ir por el camino de la ponencia parlamentaria, debería ser más respetuoso y no marcar objetivos ni criterios, ni mucho menos calendario», subrayó el secretario de Organización del PSE, Rodolfo Ares.
EL CORREO 21/09/13