Urkullu jura «humilde ante Dios y la sociedad»

EL CORREO 16/12/12

La emoción del lehendakari, que protagonizó un acto sobrio y solemne a medio camino entre la tradición y la modernidad, simboliza a un PNV reconfortado por el regreso a Ajuria Enea

Humilde ante Dios y la sociedad, en pie sobre la tierra vasca, y bajo el roble de Gernika con el recuerdo a nuestros antepasados, juro ante vosotros, representantes del pueblo, cumplir fielmente mi mandato. Lo juro». Ésa es la fórmula que eligió finalmente Iñigo Urkullu para jurar, solo en euskera, su cargo de lehendakari bajo el roble de Gernika, en una ceremonia sobria y solemne que conjugó el apego a la tradición, una de las señas de identidad del PNV, con alguna concesión a la Euskadi contemporánea, sello personal de un dirigente siempre pendiente de no perder conexión con las inquietudes ciudadanas.
Consejeros del Gobierno saliente, encabezados por Patxi López, y del entrante aplauden a Urkullu al término de la ceremonia.

El líder político Urkullu, habitualmente contenido y circunspecto, dio paso ayer bajo el árbol que simboliza las libertades de los vascos al lehendakari Urkullu, emocionado hasta las lágrimas al escuchar los aplausos con que el hemiciclo de la Casa de Juntas saludó al unísono su nueva responsabilidad. Los planos cortos de las varias pantallas colocadas en la sede del Legislativo foral vizcaíno revelaban sin asomo de duda los ojos húmedos del nuevo jefe del Ejecutivo vasco, que no abandonó el gesto de solemne introspección en toda la ceremonia, a la que llegó acompañado de su esposa, Lucía Arieta-Araunabeña. Ella le vio saludar, llevándose la mano al corazón –un gesto que repitió varias veces para agradecer las felicitaciones–, a quienes le vitoreaban a la entrada.

Todo un símbolo de la especial emoción con que Urkullu vivió un acto que simboliza no solo el regreso del PNV al máximo poder institucional en Euskadi tras los tres años y medio de Gobierno socialista –una circunstancia que fue traumática para los jeltzales después de más de tres décadas ininterrumpidas al frente del Gobierno vasco–, sino también el ascenso a lo más alto de toda una generación de políticos, a la que une no solo su común pertenencia al poderoso aparato vizcaíno sino también una especial camaradería y estrechos lazos de amistad. El torrente de lágrimas de quien será su sucesor al frente del EBB, Andoni Ortuzar –otros burukides de la ejecutiva tampoco pudieron contener el llanto–, o el gesto victorioso del diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, dejaron patente la particular satisfacción con que el entorno inmediato de Urkullu vivió la escenificación solemne del retorno al poder.

De hecho, la ceremonia en sí misma permitió visualizar el ‘estilo PNV’ frente a los cambios introducidos en 2009 por el lehendakari saliente, Patxi López, que entregó la makila a su sucesor con gesto cordial y un firme apretón de manos. Aunque el juramento que pronunció el lehendakari Aguirre en 1936, redactado por Juan de Ajuriaguerra, ha sufrido variaciones a lo largo de los años –Carlos Garaikoetxea introdujo la apelación a la soberanía popular para subrayar el comienzo de una nueva etapa en democracia–, los jeltzales entendieron que era López quien había desvirtuado la redacción original, al prescindir en su momento de cualquier alusión religiosa y sustituirla por una apelación a la legalidad vigente. Urkullu, de firmes convicciones católicas, pero partidario de modernizar y abrir a la sociedad partidos e instituciones, prefirió ayer prescindir del ‘Jaungoikoaren aurrean apalik’ (‘Ante Dios humillado’) del original y sustituirlo por ‘Apal-apalik Jaungoikoaren eta gizartearen aurrean’ (traducido como ‘Humilde ante Dios y la sociedad’).

Una forma de combinar tradición y modernidad, la misma impronta que marcó toda la ceremonia. De hecho, aunque Urkullu decidió prescindir de la Biblia y el crucifijo que descansaron sobre la mesa juradera de sus predecesores nacionalistas, uno de los textos elegidos para simbolizar el compromiso con el cargo encerraba también la carga histórica y emocional de la tradición jeltzale. El nuevo lehendakari juró su cargo sobre el Estatuto de Gernika, el marco legal vigente