Urkullu no es Churchill

EL DIARIO VASCO 25/10/16 (Pub. 24/10/16)
GORKA MANEIRO

Las elecciones vascas del 25S finalizaron como acostumbran las elecciones por estos lares: con victoria “aplastante” del PNV por incomparecencia del adversario político, más pendiente de hablar de lo que al PNV le interesa (su agenda) que de presentar a la sociedad una propuesta alternativa al PNV y a Iñigo Urkullu, quien, en muchos momentos a lo largo de la precampaña y la campaña y habida cuenta el silencio desolador de los supuestamente constitucionalistas (y no sólo de ellos), parecía poco menos que Winston Churchill. Sin embargo, Iñigo Urkullu no es Churchill y la gestión del PNV en Euskadi es muy criticable. Aunque casi nadie ose llevar la contraria a los jeltzales, existía y existe un extenso abanico de cuestiones que deben ser recordadas… y denunciadas: los recortes sociales en Educación y Sanidad, el crecimiento de la desigualdad y de la pobreza, los asuntos turbios y corruptelas que les afectan, sus redes clientelares y su control de todas las instituciones (desde el TVCP hasta EiTB), la opacidad y la falta de transparencia en el manejo del dinero público (seguimos sin ley de transparencia autonómica), el empleo precario y mal pagado y la fuga obligada de nuestros jóvenes al exterior (seguimos sin ley de empleo y se derrocha dinero público en cuestiones innecesarias), los conflictos en la Ertzaintza… y un largo etcétera de asuntos muy relevantes para la vida diaria de los ciudadanos de las que los partidos políticos ni hablaron en campaña. Al parecer, tenían algo más importante que hacer que hacer oposición contundente al Gobierno Vasco y ofrecerse como alternativa al PNV: ofrecerles sus escaños para que sigan gobernando y nada sustancial cambie. Es decir, seguir siendo sus palmeros.

Lo del constitucionalismo menguante (algo habrá que pensar) es cuestión aparte: ningún argumento para denunciar la falacia del derecho a decidir que defienden los nacionalistas y escaso nivel para argumentar que es mejor unir que separar y derribar fronteras que levantarlas. Los socialistas, sorprendentemente, denunciaron en campaña la imposición lingüística nacionalista: y digo sorprendentemente porque esa imposición existe precisamente “gracias” a ellos y a sus pactos con el PNV. Respecto al terrorismo de ETA y las víctimas, escasa mención porque ahora ya no se lleva: ahora se lleva más la neolengua de Jonan Fernández, los lugares comunes, las frases que no dicen nada y el buenismo edulcorado que aboga por pasar página y, de facto, olvidar a las víctimas. Sin embargo, sigue pendiente escribir la historia del totalitarismo, contra la tentación de algunos de imponer un relato amnésico que blinde la impunidad y el olvido. De la necesaria reforma de la ley electoral, el privilegio que supone el Concierto Económico, la supresión de las Diputaciones Forales o el absurdo entramado institucional que padecemos (4 parlamentos, 4 gobiernos y 3 haciendas para apenas 2 millones de ciudadanos), mejor ni hablamos: pedir que se hable de todo ello y que además se incomode a los señores del PNV, sin UPYD en el Parlamento Vasco, es una quimera. En todo caso, que no se confíen: el panorama político está muy cambiante.

Habiendo tantas cosas por hacer y tanto por lo que luchar y tantas injusticias que denunciar, miremos adelante: hoy, más que nunca, se necesita, para Euskadi y para el conjunto de España, un proyecto político progresista, laico, inequívocamente nacional, reformista y regenerador, europeísta, sensible socialmente y que defienda la igualdad y el bien común y enfrente honestamente y sin miedo los grandes problemas que padecemos: los recortadores sociales, los corruptos, los populistas y los nacionalistas que quieren romper España. Un proyecto que sea capaz de crear expectativa y apoyos a través de un discurso moderno, constructivo y en positivo.