EL PAIS – 14/11/15
· La izquierda ‘abertzale’ le dice que sólo tiene que activar la mayoría con EH Bildu, para avanzar en la independencia.
El lehendakari, Iñigo Urkullu, creía a pies juntillas que una alianza con Cataluña para forzar a Mariano Rajoy a moverse en la reforma del modelo de Estado era viable, y un método dentro de la ley, con más legitimidad democrática que el enfrentamiento. En mayo de 2014 se lo propuso al president Artur Mas en un encuentro privado en Vitoria, y Mas lo rechazó. Dos veces más se han reunido desde entonces, en Bilbao y Barcelona.
Urkullu reveló este viernes en el Parlamento vasco, que se ha reunido ya tres veces con Mas en lo que va de legislatura, pero que pese a su insistencia no ha logrado convencerle para trabajar unidos en la reforma del Estado, dentro de la Constitución, y por esa vía lograr una nueva España más sensible y con mejor encaje de las nacionalidades históricas.
Urkullu desveló su oferta en una intervención en el pleno de control, en el que los grupos de la oposición, EH Bildu y UPyD le preguntaron varias veces por su relación con Mas y su apoyo al proceso soberanista catalán. Sin embargo, no ofreció detalles, más allá de explicar que intentó cerrar una alianza para «trabajar conjuntamente» y Mas la frustró. «Cataluña decidió su camino y Euskadi, el suyo, en virtud de su historia, su realidad y sus circunstancias», dijo, sin dar más detalles desde el estrado.
En Cataluña no se siente que estemos a favor de sus planteamientos»
La oferta se produjo el 2 de mayo de 2014, en una comida privada en Ajuria Enea, en la entonces residencia del lehendakari, en la que Urkullu le trasladó, no solo su oferta, sino el contenido de las conversaciones que para entonces había mantenido ya con el presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, también en materia de pacificación. Urkullu estaba convencido, y así se lo transmitió alpresident, que subirse a la vía de la unilateralidad iba a llevar al independentismo catalán al enfrentamiento y con toda seguridad al fracaso, y le ofreció la posibilidad de reforzar una alianza de comunidades históricas dentro de la ley.
Todavía faltaban cuatro meses para que Mas firmara, el 27 de septiembre de ese año, el decreto de convocatoria de la consulta ciudadana de autodeterminación de Cataluña del 9-N y, ni uno ni otro, podían atisbar los acontecimientos futuros, pero sí que, como ya sucedió —con el Plan Ibarretxe, y con el «cepillado» del Estatut— las luchas desunidas y al margen del acuerdo entre ellos primero y con el Estado después, el fracaso estaba casi cantado.
Después se produjeron dos reuniones más entre los primeros dirigentes de Euskadi y de Cataluña, ambas ya conocidas. Ese mismo año se vieron en Barcelona coincidiendo con el partido amistoso de fútbol entre las selecciones de Euskadi y Catalunya celebrado en San Mamés el 26 de diciembre. Aquel día la única declaración fue una nota conjunta en la que anunciaban su decisión de trabajar juntos para «hacer frente al creciente proceso de recentralizador» del Gobierno de Rajoy.
Al lehendakari le quedó claro ya que la pragmática Convergència Democràtica de Catalunya estaba hastiada del inmovilismo del PP, y que no había margen para la vuelta atrás. La última cita fue seis días después de las elecciones municipales, el 30 de mayo pasado, con ocasión de la final de Copa entre el Barcelona y el Athletic. El PNV, con moderación y pactos transversales, había sido premiado en las urnas como el partido más votado en Euskadi. CiU sufrió un retroceso y entre otros efectos adversos perdió la alcaldía de Barcelona.
El presidente vasco dijo este viernes que mantiene una «estrecha» relación con Mas, con quien habla por teléfono de vez en cuando, —la última vez para felicitarle por los resultados la noche electoral—. Una conversación que sirvió para coincidir en que el modelo de Estado «se ha quebrado en España», y que el conflicto no va a tener solución clara hasta que un nuevo Gobierno que salga de las urnas el 20-D acepte el “carácter nacional” de Euskadi y Cataluña.
EL PAIS – 14/11/15