Urkullu se da de plazo hasta 2020 para que Euskadi ejerza su derecho a decidir

EL CORREO 12/10/13

· El lehendakari, con Ibarretxe como anfitrión, presenta en la Universidad de Columbia una Euskadi próspera en comparación con España.

· ¿Cambio de fechas? Urkullu fijó en 2015 la consulta y Ortuzar insinuó que podría ser en 2016, pero nadie había hablado hasta ahora de 2020. Ante una treintena de expertos «Hay evidencias del pueblo vasco desde la época del Paleolítico», aseguró el lehendakari.

 

«Los eslabones del pueblo vasco se pierden en la noche de los tiempos. Hoy nos corresponde construir un nuevo eslabón. El eslabón de la próxima generación. El eslabón de la nueva Euskadi». Así concluyó ayer el lehendakari Iñigo Urkullu su disertación sobre el modelo vasco en la neoyorquina Universidad de Columbia, un discurso en el que definió cómo es la «nueva Euskadi» que espera «alumbrar» en el plazo de dos legislaturas, la actual y la siguiente, con 2020 como horizonte temporal y con la paz como «palanca de transformación». El jefe del Ejecutivo de Vitoria confió en que, para entonces, Euskadi haya ejercido ya «el derecho a decidir su propio futuro», una manera de referirse a la convocatoria de una consulta que ratifique el acuerdo sobre la relación entre Euskadi y España que emane del Parlamento vasco, sea el que sea.

Urkullu no especificó cuándo debería celebrarse ese hipotético plebiscito, pero sí dejó claro que, en su particular ‘hoja de ruta’, ese objetivo debería haberse cumplido como máximo dentro de siete años. Hasta ahora, el PNV había fijado en 2015 la fecha para ratificar un eventual acuerdo sobre la relación entre Euskadi y España –el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, sugirió recientemente la posibilidad de aplazarlo un año–, un compromiso que se mantiene, según fuentes del Ejecutivo de Vitoria. Pero no depende ya directamente del lehendakari, que ha depositado en manos de una ponencia parlamentaria que se constituirá en otoño el debate sobre el nuevo estatus.

En todo caso, ante una treintena de expertos de una decena de universidades norteamericanas tanto en desarrollo económico como en resolución de conflictos, estudiosos todos ellos del modelo vasco por su capacidad de crecimiento en la historia reciente pese al lastre de la violencia de ETA, Urkullu defendió que los vascos «tenemos derecho a negociar un nuevo estatuto de relación política con el Estado español». Un estatus renovado que, subrayó el lehendakari, debería basarse en la bilateralidad, el «respeto mutuo» y el «reconocimiento de nuestra identidad como nación europea». Esa profundización en el autogobierno, dijo, debería servir para alcanzar mayores cotas de «bienestar» y para «vivir mejor».

En la mesa redonda le escuchaba atentamente el exlehendakari Juan José Ibarretxe, que ejerció ayer de anfitrión de excepción de Iñigo Urkullu en Columbia, donde imparte un seminario sobre el modelo vasco y que compagina con incursiones académicas en Puerto Rico o Guatemala, a donde parte en breve para disertar sobre la recuperación de las lenguas nativas como motor para el desarrollo económico y la resolución de conflictos. «El modelo vasco ha sido explicado en esta universidad por uno de los máximos artífices de su éxito, el lehendakari Ibarretxe, a quien me une el mismo partido y una antigua amistad», le saludó. Además, el centro de investigación que preside el político de Llodio –el Agirre Lehendakaria Center for Social and Political Studies– ha sido impulsado por esta institución académica –que acogió a Agirre durante su exilio– en colaboración con la UPV y la George Mason. Es más, Urkullu describió ayer Euskadi ante su audiencia como un «modelo de desarrollo humano sostenible», el paradigma que con idénticas palabras ha desarrollado en su actividad como docente Ibarretxe, que acostumbraba también durante su mandato a divulgar las aspiraciones de Euskadi en clave soberanista en sus viajes al extranjero.

Descripción optimista

Ayer, Iñigo Urkullu ejerció también de embajador de esas reivindicaciones en pleno corazón de Nueva York, aunque no se centró sólo en el derecho a decidir. La Euskadi de 2020, añadió, debería haber logrado también otros cuatro objetivos, bastante ambiciosos: situarse «en los tres primeros puestos del mundo» en índice de desarrollo humano, un indicador que no se mide desde 2009; rebajar la tasa de pobreza a niveles inferiores al 5%; reducir el paro a menos de la mitad –del 12,8% de 2012 a un porcentaje inferior al 6%– y, además, haber consolidado la paz de forma definitiva. Para ello, Urkullu dejó claro ante sus interlocutores, con los que después mantuvo un coloquio a puerta cerrada, que la responsabilidad de mover ficha es ahora de ETA, a quien instó a continuar con el camino emprendido y a proceder ya al desarme de forma «unilateral». «La sociedad vasca está deseando pasar página, pero es a ETA a quien le corresponde dar el siguiente paso», emplazó.

Por lo demás, Urkullu aprovechó su charla para hacer una descripción optimista de Euskadi pese a reconocer que ahora «no estamos bien», a través de una profusión de datos e indicadores económicos y de desarrollo –el PIB per cápita, el gasto en I+D+I, la tasa de fracaso escolar, la de riesgo de pobreza o el paro que reconoció como «nuestro talón de Aquiles»–, que en la mayoría de los casos comparó con los de España, siempre en niveles inferiores a los de Euskadi en las cifras que manejó. Incluso mencionó que en el año 2012 sólo se produjeron «dos asesinatos» en Euskadi –no citó los 10 homicidios que registran las estadísticas– y presentó también como un avance el haberse liberado de la excesiva dependencia de las exportaciones al mercado español, ahora en el 45% frente al 75% de los años 80. «La economía vasca ha dejado de ser cautiva del Estado español», se jactó.

Tras presentar a Euskadi como una «nación europea con identidad propia ubicada entres dos grandes Estados, el español y el francés, y separada territorialmente por ambas fronteras», Urkullu subrayó la «permanente» reivindicación de los vascos de «gestionar nuestros propios asuntos». Situó las claves de la «singularidad» vasca en el modelo fiscal propio regulado por el sistema de Concierto y en el euskera, «testimonio vivo del pueblo vasco, uno de los pueblos originarios de Europa, de cuya existencia hay numerosas evidencias desde la época del Paleolítico».

EL CORREO 12/10/13