USA le llamó a su seno

EL MUNDO 07/03/13
ARCADI ESPADA

Cuando era un niño pequeñito me sobresaltaba la disculpa católica ante la muerte de alguno valioso y joven. Dios ha querido tenerlo a su lado, decían. Le ha llamado a su seno. La disculpa no tenía pies ni cabeza y solo era una más de las maniobras con que dios demuestra su inexistencia, que es una demostración lógicamente inalcanzable para los mortales, pero no para él. La disculpa tenía una grandeza desesperada: ante la inexorable certeza de que la vida no es buena ni bella ni sagrada la religión invocaba esa súbita necesidad de dios respecto a la flor tronchada. Y cargaba, sin que pareciera importarle demasiado, con la responsabilidad de un dios egoísta y hasta caprichoso al que no importaba el inmenso dolor de los hombres con tal de tener a su diestra al que deseaba.
Hay algo igualmente religioso y desesperado en las palabras del ya presidente Maduro cuando achaca a los enemigos de la revolución la muerte de Chávez. Cincuenta y ocho años es demasiado pronto para morir. Mucho más cuando se tiene una misión histórica que culminar. Mucho más cuando su vida resistió tantos embates de la contrarrevolución. Un héroe bolívar no puede caer por la banalidad fatal de un cáncer. Una grandeza semejante no pudo nunca producir el error celular que lo llevaría a la muerte. Así que el cáncer tuvo que ser algo ajeno, externo. Inoculado. Estados Unidos le ha llamado a su seno. Chávez ha recibido cristiana sepultura como el devoto cristiano que siempre fue. Pero evidentemente nadie en su entorno habrá invocado la disculpa tradicional católica. Tenía aún muchas cosas que hacer en la tierra. Y la revolución es como el cerdo. La revolución es una gran cerdada ahora que lo veo. Sigo. Todo se aprovecha. El cuerpo destruido por el error celular y la primordial ausencia de sentido que todo lo gobierna pretende ganar batallas después de muerto. Yankis culpables. Pero esa respuesta instrumental, política, pueril, apenas disfraza la profunda resistencia a admitir el único momento de igualdad real del hombre (¡solo la vida es desigual!), el hecho de que la muerte alcanza con ática indiferencia a los que creemos más necesarios e intocables. Y es que cuando Maduro, lisiado de pena, señala a los yankis, sólo está diciendo que Algo ha de haber.
>Veael videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Venezuela, bajo los sables.