TONIA ETXARRI-EL CORREO
Tras la fuga de Iglesias del Gobierno para plantear su particular batalla de Madrid en un intento de rescatar a Podemos de la irrelevancia, el Congreso dio por inaugurada la campaña electoral. Se lo remarcó el propio Sánchez a Pablo Casado, al que se le ve estos días con escasa capacidad de reacción. Que la campaña de Madrid se proyectaba sobre el hemiciclo cada vez que Iglesias tomaba la palabra fue una evidencia.
Tras el rechazo de Errejón a su envolvente para presentarse a las elecciones madrileñas en una lista única (en un alarde tan poco democrático, sin consultas ni primarias y tan machista por intentar sustituir a una candidata mujer ya proclamada), Iglesias pretende erigirse en el referente ‘puro’ de la izquierda. Su ‘cara a cara’ con la presidenta y candidata popular le facilita volver a instalarse en la España del 33, que es donde más cómodo se siente. En las trincheras, en la arenga y la crispación, como le recriminaba Edmundo Bal. En la barra del bar donde mezcla chupitos de «transfuguismo» con la «pasta» con la que asegura que se compran votos.
A Sánchez le puede beneficiar cualquier acorralamiento al centro derecha. Pero no debería olvidar que Iglesias se aupó en el movimiento 15M, que surgió de la contestación al PSOE («no nos representan»). Y que buscará venganza a la mínima oportunidad. Ayer le dijo al PP que no le llega a los comunistas españoles ni a la suela del zapato. Se refería a sus mayores que hicieron posible la Transición. Es él quien no les llega a esa altura. Ni a Carrillo, ni a Paco Frutos ¿O es que nadie recuerda con qué desprecio trató a Julio Anguita cuando el malogrado dirigente dijo que Vox no era fascismo? Le recomendó que tomara ejemplo de «gente mayor como Ratzinger», que cogiera un helicóptero y se fuera a la mierda. Textual.
El CIS de Tezanos ha captado el rechazo que genera y lo hunde. Las primeras encuestas sitúan al PP de Ayuso al borde de la mayoría absoluta, en compañía de Vox. La irrupción de Iglesias dará aire a Podemos achicando el espacio de Más Madrid. Pero, sobre todo, beneficiará a la candidata popular.
Faltan aún siete semanas. Ciudadanos no sabe si logrará sacar el 5% de los votos. Los encontronazos parlamentarios de ayer fueron el preludio de una campaña muy inflamada. De guerra sucia. Sánchez se toma las elecciones de Madrid como una primera vuelta de las generales. Pasarán todavía muchas cosas.