Al ver la dedicación con que Pedro Sánchez siguió a los Reyes y a las infantas en el Patio de la Armería del Palacio Real para saludar al personal, no cabía más remedio que pensar que este hombre tiene un problema insuperable con el protocolo. ¿Puede el presidente del Gobierno invitar a un acto solemne que se celebra en el Palacio Real? Solo en la misma medida que el alcalde de Madrid pueda invitar a una reunión a celebrar en La Moncloa.
Él ya había mostrado una querencia en el besamanos de la Fiesta Nacional de 2018, cuando encabezó junto a su mujer el desfile de autoridades y famosos para presentar sus respetos a los Reyes y, después de hacerlo, en vez de continuar su camino, se colocaron a la vera de la Reina Letizia, dispuestos a recibir parabienes. Les seguía en el protocolo la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que desconcertada, les estrechó la mano a ambos. Su marido se limitó a juntar las palmas de las manos, mientras un propio de Protocolo acudió raudo para llevarse a los intrusos. Aquella misma tarde, La Moncloa achacó la responsabilidad a un error de los servicios de protocolo de la Casa Real, así está el tema.
Volvió a pasar el día del Carmen y lo único que se me ocurre es que el tipo que preside el Gobierno está queriendo sentar plaza como tercera infanta y hacer valer la ventaja heteropatriarcal que le otorga en la sucesión al trono la condición masculina, según el artículo 57, aún no reformado.
Por lo demás, el presidente del Gobierno está tan vagaroso en el cargo como su vicesegundo en sus chaquetas. Los dos están muy empeñados en tirar del hilo de Corinna Larsen para destejer la Monarquía. Es más barato y más rentable que tirar de Dina Bousselham para ver en qué se queda el montaje de Pablo Iglesias con esa diz que asesora tan extraña, republicana en España y monárquica en su Marruecos de origen. Lo de Corinna no tiene mucho misterio y lo contaba muy bien Maite Rico ayer en estas páginas. Por lo demás ella se ajusta canónicamente al papel de izas que comentaba el columnista Espada hace años al describir a las protagonistas de la telebasura. ‘Las que cobran dos veces’, tituló. Una por hacerlo y otra por contarlo. A este género pertenece ella. Muy bien pagada, es cierto. Sesenta y cinco millones de euros es muchísima pasta. Mi difunta madre me advertía de que hay cosas que solo por amor, nunca por dinero. ¿Y quién podría tasar el amor? El Rey emérito pecó al creer que podía comprar lo que la naturaleza empezaba a cuestionarle seriamente. Hay edades y dignidades en las que no se puede andar con tonterías, quiero decir que a mí todo esto me parece inadecuado, pero que después de todo uno no es Doña Sofía.
Por si todo esto fuese poco, el presidente de la Generalidad de Cataluña, Quim Torra, anunciaba en víspera de la visita de los Reyes de España que estudia presentar una denuncia contra el Rey emérito, Corinna Larsen y otros que pudieran estar implicados en prácticas corruptas. No puede mirar para otro lado, anuncia este menguado, que es justamente lo que se siente obligado a hacer en el caso de Jordi Pujol Soley, cabeza visible, de lo que el juez De La Mata considera la dirección de una organización criminal integrada por mucha gente del partido de Torra, la banda del 3%.