EL CORREO 10/06/14
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
En la definición de la estrategia de la izquierda abertzale para avanzar hacia la independencia ha confluido una doble reflexión: por un lado la evaluación de los avatares del Plan Ibarretxe y por otro la experiencia del independentismo catalán. El fracaso de las iniciativas del soberanismo de Ibarretxe condujo a la izquierda abertzale a sacar la conclusión de que las operaciones políticas hechas desde las instituciones quedan neutralizadas por el Estado sin mayores problemas cuando no respetan la legalidad. La experiencia catalana le ha aportado la solución a ese problema al plantear el independentismo mediante iniciativas y movilizaciones sociales, desafiando la legalidad desde la calle y fuera del corsé de la estructura de los partidos y de las instituciones.
La cadena humana celebrada el pasado domingo entre Durango y Pamplona y la plataforma promotora, Gure Esku Dago, responden a las respuestas que se articulan a partir de esa doble reflexión. Se trata de poner en marcha en el País Vasco un movimiento social similar al desarrollado en Cataluña para impulsar la independencia, aunque aquí, de momento, no sean tan claros y lo presenten bajo el eufemismo del derecho a decidir.
El movimiento social (la ANC en Cataluña o Gure Esku Dago aquí) se convierte en la vanguardia política de la independencia provocando un efecto de arrastre de los partidos. O al menos de algunos partidos, como es el caso del PNV, ya que otros, como EH Bildu, no necesitan ser arrastrados. Lo importante de la cadena humana del domingo no es que sea una copia de una convocatoria similar de Cataluña, ni que movilizara a un importante número de ciudadanos. Lo realmente importante es la consolidación de la plataforma que ha impulsado la cadena como sujeto político autónomo y su capacidad para condicionar al PNV, en línea con la capacidad que tiene la ANC para condicionar a CiU.
La colaboración directa de Sortu o Bildu con el PNV podría ser conflictiva, aunque no imposible como se vio en la manifestación del 11 de enero, por la competencia electoral existente. Al poner por medio a un movimiento social, la izquierda abertzale consigue en parte sus objetivos de activar a todo el nacionalismo en actuaciones independentistas. La esperanza de la izquierda abertzale es que la sociedad sea capaz de crear una dinámica de ruptura con el Estado que arrastre al PNV.