Vaya un par

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

De entre los actores políticos españoles la mano de mi llanto elige dos: Pedro Sánchez y Quim Torra. Ambos representan poderes públicos que muestran flojera en el cumplimiento de sus obligaciones. ¿Y cuáles son las obligaciones de los poderes públicos? La primera es de naturaleza doble: cumplir y hacer cumplir la ley. Torra es un tipo absurdo que ejerce la Presidencia por cuenta de un fugado del que actúa como valido, según el columnista Espada, aunque sería más propio que lo escribiera con ‘b’, más ahora que ha adoptado como un símbolo las ovejas amarillas. Ni cumple la ley ni la hace cumplir.

Sánchez considera que cumple con la mitad de la encomienda: él cumple la ley; hacérsela guardar a terceros es otra cuestión. «El Gobierno de España estará a lo que le pida la Junta Electoral. Con serenidad, pero también con mucha determinación». No como otros, podría haber añadido. Él es sólo un espectador del grotesco duelo que están teniendo el balido de Puigdemont y la JEC. Sánchez no es neutral, ojo. Él se inclina a creer que los poderes públicos deben someterse a lo que disponga la Junta en periodo de elecciones, pero más no puede hacer y deja la cosa entre los dos actores principales ya citados. Que gane el mejor.

El presunto Torra, según testigo de la Guardia Civil que lo identificó como uno de los visitantes de la nave donde se guardaban los 10 millones de papeletas para el referéndum ilegal, era uno de los 11 tíos que sacaban cajas de papeletas para atender la logística del golpe. La vicepresidenta del Gobierno aclararía que entonces no era presidente de la Generalidad, ni valido o balido del auténtico presidente, sino vicepresidente de Òmnium Cultural, que son cosas distintas.

Torra es un hombre que en sus tomas de decisión parece afectado por alguna inmadurez o algún retraso en su desarrollo intelectual. Por eso emplea como cámara de casación frente a la JEC a un organismo de tan improbable clasificación jurídica como el Síndic de Greuges. Hemos estado en un tris de que la alcaldesa Colau recurriese a los maceros del Ayuntamiento para que pusieran en su sitio a la Junta. Torra se ha inventado una constelación de símbolos con los que sustituir los lazos amarillos: lazos de otros colores, blancos y azules, mariposas, vaquitas, peras, pimientos, conejos y ovejitas, mariquitas y un tractor amarillo, que es lo que se lleva ahora, que dotan a las instituciones catalanas de un aire preescolar de cuadernos para colorear.

Tiene un problema Quim Torra, como lo tiene el presidente del Gobierno, que se limita a proponerse como un modelo de gobernante que debería servir de ejemplo al representante ordinario del Estado en la C. A. de Cataluña en su acatamiento a las resoluciones de la Junta Electoral, en cumplir la ley, en una palabra. Hacerla cumplir ya hemos dicho que ninguno de los dos. Falta por decir algo de la JEC y sus plazos encadenados. Ayer decidió llevar a Torra a la Fiscalía y ordenó a los Mossos la retirada de los símbolos. Más vale tarde. La pasividad de los poderes públicos en la aplicación de la ley es un estímulo inapreciable para los golpistas.