Vengadoras de sangre

La guerrilla chechena convierte a las ‘viudas negras’ en su arma más peligrosa. Estas mujeres dispuestas a inmolarse se reclutan entre las viudas, hermanas o madres de guerrilleros muertos o civiles masacrados por el Ejército. También entre víctimas de abusos sexuales, por lo que «no les queda más destino que quedarse solteras».

Java Baráyeva fue la primera mujer chechena que se inmoló, según afirmaron sus familiares, «para vengar a sus hermanas, mancilladas por soldados rusos». Se hizo saltar por los aires en 2000, en un cuartel desplegado en la república independentista. Murieron dos militares y cinco resultaron heridos.

Java era prima del comandante guerrillero Arbí Baráyev, muerto un año después, y pariente cercana de Mousar Baráyev, uno de los participantes en el secuestro del teatro Dubrovka de Moscú en octubre de 2002. Mousar, al igual que sus compañeros, pereció acribillado en el asalto de las fuerzas especiales para liberar a los rehenes.

Tras el suicidio de Java, Movladi Udúgov, ideólogo del separatismo checheno, creó un batallón de 500 ‘viudas negras’ y un método minuciosamente estudiado de tratamiento psicológico de estas ‘combatientes’. Entre ellas había no sólo terroristas suicidas, sino también certeras francotiradoras.

El psiquiatra Mijaíl Vinográdov explica que estas mujeres se reclutan entre las viudas, hermanas o madres de guerrilleros muertos o civiles masacrados por el Ejército. Suelen ser también víctimas de abusos sexuales, por lo que, al ser por ello repudiadas, «no les queda más destino que quedarse solteras» en una sociedad patriarcal, musulmana y de costumbres arcaicas. Un caso que conmovió a los chechenos fue la violación y asesinato de Elsa Kungáyeva por el coronel Budánov.

Más fiables y audaces

La venganza de la sangre es otra tradición chechena que favorece el reclutamiento de asesinas. Timur Akíyev, de la organización de derechos humanos Memorial, considera que las mujeres suelen ser más fiables en misiones suicidas que los hombres. Ellas se echan para atrás con menor frecuencia y cuentan con la ventaja de que suelen pasar desapercibidas en los controles policiales y del Ejército.

El método de adiestramiento, según Vinográdov, es sencillo: «Se fomenta el odio hacia quienes las ofendieron o mataron a sus seres queridos». Es común celebrar ceremonias en las que se finge su propio enterramiento y los honores que recibirán por su gesta. El psiquiatra subraya la importancia que durante la fase de instrucción tiene la administración de determinados narcóticos. Sobre todo, el día clave, «pierden completamente el sentido de la realidad». En algunos casos, no son ellas quienes detonan el explosivo, sino un acompañante que se mantiene bien separado y se vale por lo general de un mando a distancia o un teléfono móvil.

Los terroristas que secuestraron el teatro Dubrovka iban acompañados de varias ‘viudas negras’ con su cinturón de explosivos abrochado a la cintura. Fueron también mujeres suicidas las que derribaron en vuelo los aviones Tu-134 y Tu-154, que partieron desde Moscú hacia el sur el 24 de agosto de 2004. Una de ellas, Aminat Nagáyeva, vengaba la muerte de su hermano. Igualmente, los atentados contra la estación del metro moscovita de Rízhkaya -el 31 de agosto de 2004- y contra los asistentes a un concierto de rock en el aeródromo de Túshino de la capital, el 7 de julio de 2005, lo llevaron a cabo féminas que se dejaron en ello la vida.

EL CORREO, 31/3/2010