Versos de pie quebrado

ABC 03/01/14
IGNACIO CAMACHO

· Los discursos de los virreyes territoriales muestran el desmadre pseudoconfederal en que ha caído el modelo autonómico

Fuego amigo. Eso es lo que le ha caído a Rajoy en la oleada de discursos de fin de año de los presidentes autonómicos, costumbre política que demuestra el desmadre pseudoconfederal en que ha devenido el modelo territorial español. Una nación fragmentada en la que los virreyes regionales se asimilan a soberanos de taifas clonando una semana después la alocución televisada del jefe del Estado mientras el presidente del Gobierno central, emparedado entre simbologías institucionales, no encuentra hueco para dirigirse a los ciudadanos y tiene que convocar una rueda de prensa. Y encima le zurran hasta los suyos, investidos de autoridad feudal ante sus televisiones de la señorita Pepis: carísimos juguetes cuyo déficit engorda una insostenible estructura para la que sus beneficiarios no paran de reclamar más dinero.

Este año la moda, lo trendy de estos discursitos virreinales, ha consistido en sacudirle al Gobierno desde sus propias filas. Unos por el aborto, otros por los impuestos, la mayoría por la financiación de sus tingladillos, y luego los nacionalistas con su matraca de costumbre. La más moderada en las críticas ha sido la socialista Susana Díaz, que se ha estrenado marcando perfil institucionalista y ha dejado la retórica de izquierdas para el extremeño Monago, el barónrojo del PP. El Gabinete marianista se merece esos varapalos y alguno más, pero algo está fallando en la cohesión de la derecha cuando son sus dirigentes los que le hacen la oposición más sólida. Quizás hayan pensado que ante el estado catatónico del PSOE no convenga dejar solo al presidente en su autocomplacencia.

Ocurre además que el PP está más bien huérfano de liderazgo. Rajoy ejerce poco en el partido y Cospedal no acaba de centralizar el poder entre otras cosas porque anda desdoblada en su faceta de presidenta autonómica, un rango que a lo sumo la deja como primainterpares pero no le marca suficiente jerarquía. Ante la falta de coordinación y de autoridad los barones olfatean el vientecillo electoral y se mueven a su aire tratando de marcar distancias con un Gobierno muy expuesto al desgaste. Saben que aunque las encuestas aún otorgan ventaja a sus siglas por incomparecencia de adversario, existe una diferencia decisiva en el sistema electoral: Rajoy puede ser reelegido sin mayoría absoluta, pero ellos no. Cualquier resbalón los puede tumbar y resulta crucial alejar las cáscaras de plátano.

Así que están sonando discrepancias crecientes que más que tratar de advertir al poder tirándole de la manga empiezan a parecer voces de sálvese quien pueda. Convendría sin embargo que la aristocracia regional del PP se anduviese con cierto cuidado porque la sociología política española tiende a penalizar la falta de unidad y la dispersión de criterios. Un verso suelto o de pie quebrado decora el poema, pero demasiados a la vez le estropean el sentido y descabalgan la métrica.