ABC – 15/03/15
· La ambigüedad y los sobreentendidos construyen la realidad semántica sobre la que se asienta el independentismo.
Expresiones como «derecho a decidir» o «lengua propia» han arraigado en el discurso político catalán por obra y gracia de una cierta perversión del discurso secesionista. Filólogos consultados por ABC analizan la manipulación del lenguaje independentista, en el que se suprimen términos como «lengua materna» y se crean otros que hacen referencia a cosas inexistentes.
Sonia Sierra, doctora en Filología Española, considera que el nacionalismo catalán «ha sido hábil a la hora de inventar un lenguaje eficaz y de cerrar marcos conceptuales que implican valores y sentimientos». Un lenguaje, afirma, que incluye términos como «países catalanes», «lengua propia», «derecho a decidir», «Estado propio» o «radicalidad democrática». Sierra afirma que estos conceptos «forman parte de un inconsciente cognitivo», es decir, que no se accede a ellos conscientemente, pero «inciden directamente sobre nuestra manera de ver el mundo».
Sierra, que aborda la «perversión del lenguaje» nacionalista en el libro «Cataluña, el mito de la secesión», se refiere a los neologismos que ha creado el nacionalismo «que tienen en común tres características: ambigüedad, sobreentendidos y falta de reconocimiento en la comunidad internacional».
El derecho que no existe
El «derecho a decidir» comenzó a utilizarse en 2003 en el País Vasco en el denominado Plan Ibarretxe. Según Sierra, esta expresión se asocia con una «radicalidad democrática» en la que se antepone «legitimidad del pueblo catalán a la legalidad. Lo que equivale a decir que quienes son partidarios de ceñirse a la Constitución no tienen legitimidad». La ambigüedad de la expresión, señala, «permite a ICV y PSC sentirse cómodos con ella».
Añade que el concepto «lengua materna» ha desaparecido del discurso nacionalista porque «de lo contrario, se negaría un derecho a más de la mitad de la población que habla en castellano». Asimismo, denuncia el uso de la palabra España «para descalificar o para contraponerlo a Cataluña».
«¿El lenguaje hace la cosa?», se pregunta Mercè Villarrubias, catedrática de Lengua Inglesa en la Escuela Oficial de Idiomas Drassanes de Barcelona. La respuesta es sí. «Lo podemos constatar de diferentes maneras en Cataluña: el lenguaje nacionalista no está preocupado por articular o poner palabras a algo existente, sino en crear a través de las palabras algo que no existe».
Villarrubias cree que «el derecho a decidir» es el más conocido. «Hay amplios sectores de la ciudadanía convencidos de que este derecho existe y que cualquiera que lo ponga en cuestionamiento es un facha y un antidemócrata. Pero el «derecho a decidir» sobre la independencia de Cataluña es un derecho inventado, creado por el jurista Jaume López sobre la base del derecho de autodeterminación de los pueblos, establecido por la ONU para los pueblos colonizados u oprimidos. Se le da la vuelta, se crea una palabra nueva y la palabra hace la cosa: tenemos derecho a decidir si queremos ser independientes o no».
Términos pervertidos
Dicen que «tener dos líneas escolares, una en catalán y otra en español, con la consiguiente elección por parte de los padres, “es una segregación para los alumnos” que debe evitarse a toda costa». Amplios sectores de la población están convencidos de ello. Sin embargo, «la doble línea escolar es el sistema más frecuente en los países bilingües de Europa. En ellos, hay elección y, claramente, cuando uno escoge no puede hablarse de segregación».
Para Villarrubias, otro mito de la inmersión es la cohesión social. «La inmersión garantiza la cohesión social, nos dicen. Cuando alguien señala que en una enseñanza monolingüe obligatoria no hay ninguna cohesión, sino todo lo contrario, esta persona es acusada de querer fracturar la sociedad». Sin embargo, «no hay ningún estudio que indique que la lengua escolar tenga alguna incidencia en la cohesión de aquella sociedad».
ABC – 15/03/15