Francesc de Carreras-El País
La posibilidad de entenderse y colaborar entre PSOE, PP y Cs es muy amplia y evitará repetir la experiencia de estos años perdidos debido a la inestabilidad parlamentaria
Ciertos partidos políticos dicen ser constitucionalistas, otros muy distintos también lo mantienen, hay una cierta confusión en la disputa. Intentemos desbrozar la cuestión y llegar a unas conclusiones. Desde luego no pueden ser considerados constitucionalistas los que no sólo se han saltado la legalidad constitucional básica sino que han hecho alarde de ello e, incluso, han aprobado leyes deliberadamente inconstitucionales. Me refiero a los partidos independentistas catalanes, no constitucionalistas ni en las formas ni en el fondo, como demostraron al propinar el prolongado golpe de Estado entre el 6 y 7 de septiembre y el 27 de octubre de 2017, incurriendo los responsables en previsibles delitos cuyo exacto tipo penal debe dilucidar el Tribunal Supremo.
Pero después están aquellos otros partidos que dicen respetar el procedimiento de reforma constitucional, o al menos no sostienen lo contrario, pero que son partidarios de cambiar principios estructurales de la Constitución que llegarían a desnaturalizarla. La Constitución permite, ciertamente, su revisión total, así lo dice su artículo 168. ¿Pero se podría llegar al extremo, por ejemplo, de pretender cambiar el precepto inicial de la Constitución (que ahora dice “España se constituye en un Estado Social y democrático de derecho”) por otro que dijera “España se constituye en un Estado antisocial y antidemocrático cuyos poderes deben actuar de forma arbitraria”? En ese hipotético y caricaturesco ejemplo quizás se respetaría el procedimiento de reforma pero desde luego el partido que mantuviera un cambio semejante no podría ser denominado constitucionalista.
En España hay partidos que, sin aproximarse al exagerado ejemplo expuesto por motivos pedagógicos, quieren cambiar la Constitución en aspectos tan sustanciales que la convertirían en “otra Constitución”, es decir, dejaría de ser la que ahora es. Me estoy refiriendo, naturalmente, a Podemos y a Vox. Entre otras cuestiones fundamentales, por ejemplo el primero pretende que las comunidades autónomas (o, por lo menos, Cataluña) tenga derecho de autodeterminación o derecho a decidir y el otro quiere suprimir las comunidades autónomas e implantar un Estado centralista. ¿Es correcto denominarles partidos constitucionalistas por el mero hecho de respetar el procedimiento de reforma constitucional? Es evidente que no son constitucionalistas porque rechazan principios esenciales de la actual Constitución y, por ello, será muy difícil acordar con ellos un gobierno. Si ello es así, ¿qué sentido tienen los vetos entre los partidos constitucionalistas (PSOE, PP y Cs) cuando sus posibilidades de entenderse y colaborar son muy amplias y se evitará repetir la experiencia de estos últimos cuatro años perdidos debido a la inestabilidad parlamentaria y la ineficacia de los gobiernos de minoría, dado que España necesita en estos momentos un gobierno fuerte, sólido y que dure toda una legislatura?