EL MUNDO 27/01/14
«Lo siento de veras, presidente, pero me voy». Con estas palabras, el vicepresidente del Parlamento Europeo, ex presidente del PP de Cataluña y hasta ayer miembro de la Junta Directiva Nacional, Alejo Vidal-Quadras, ha dicho adiós a Mariano Rajoy y al partido en el que ha militado durante tres décadas, para fichar por Vox, la organización de José Antonio Ortega Lara y Santiago Abascal. No por esperada su marcha es menos importante para el desgaste del PP entre su electorado de centro-derecha. Se va con una dura carta al líder popular.
Es una dura carta en la que le acusa de «fatalismo escéptico», de falta de «pasión» y de «aceptación del riesgo», particularmente en relación con la crisis soberanista en Cataluña.
Pero además, y de una manera particular, el ya ex político popular se ha despedido, uno a uno, de todos los cargos locales y provinciales del partido. Lo ha hecho a través de un vídeo, distribuido por correo electrónico, en el que traslada a sus hasta ahora compañeros toda su decepción con la cúpula de la formación del Gobierno.
«Un partido no es un rebaño flanqueado por mastines que sigue dócilmente a su pastor», se queja en la carta a Rajoy uno de los pocos dirigentes abiertamente críticos con el PP a lo largo de esta legislatura, y que lejos de renunciar a su carrera política en Europa, proyecta ahora presentarse a las primarias de Vox para encabezar la lista al Parlamento Europeo. «Uno de los motivos por los que me voy es mi deseo de contribuir a construir un modelo de partido distinto, en el que la eficacia no esté reñida con la deliberación», apunta.
Catedrático de Física Atómica y Nuclear por la Universidad Autónoma de Barcelona –actualmente en Servicios Especiales–, intelectual y políglota, el perfil de Vidal-Quadras es uno de los más reconocidos por los promotores de Vox, que no en vano aguardaban, sin disimulo alguno, su incorporación.
El enfriamiento de las relaciones entre Vidal-Quadras y la cúpula del PP –muy en particular con María Dolores de Cospedal– había llegado en los últimos meses a convertirse en hielo. Un ambiente contrario al que vive el número dos de la Eurocámara, que –paradójicamente– cuenta con el respeto, el reconocimiento y la contrastada camaradería de sus compañeros de escaño en Bruselas.
La secretaria general del PP no perdonaba las constantes llamadas críticas a una mayor democracia interna del también tertuliano de Intereconomía. La dos de Rajoy en el partido (con la que Vidal-Quadras mantuvo algún tenso encontronazo dialéctico en una reunión a puerta cerrada del Grupo Popular en Bruselas) no accedió a convocar la Junta Directiva Nacional desde el día en que él lo reclamó públicamente, largos meses atrás.
Mientras Vidal-Quadras acudía a los cónclaves del partido –como en Salamanca, el pasado invierno– en demanda de primarias y listas abiertas, Génova le criticaba por apuntarse ahora a este nuevo sistema después de haber aceptado para él mismo, años atrás, varios cargos a dedo.
Como cuando José María Aznar relevó a Jorge Fernández Díaz de la Presidencia del PP en Cataluña y lo nombró a él con el objetivo de marcar distancias con los nacionalistas de CiU. Cabe recordar que Fernández fue a Madrid, a ocupar la Secretaría de Política Autonómica del PP, donde estrechó lazos políticos con Rajoy.
Curiosamente, el todavía presidente del Parlamento Europeo se refiere a ese pasado político en su carta a Rajoy. Haciendo alusión a su muy sonoro encontronazo con José María Aznar, cuando el presidente del Gobierno lo sacrificó en 1996 por los pactos del Majestic con Jordi Pujol –le hizo renunciar al cargo tras haber logrado pasar de seis a 17 escaños y sumar el 13,08% de los votos–, Vidal-Quadras explica a Rajoy que ni siquiera en aquel momento encontró razones para dar un portazo al partido.
«Incluso cuando fui obligado a no presentarme a la reelección como presidente del PP de Cataluña en 1996 por las razones que todo el mundo conoce, aunque estaba convencido de que se cometía un grave error estratégico –y los acontecimientos acaecidos desde entonces lo han demostrado ampliamente–, acaté disciplinadamente las indicaciones que se me dieron. Creo haber probado sobradamente mi lealtad», escribe ahora.
Justo desde aquel crucial episodio, Vidal-Quadras se convirtió primero en coordinador de Faes y luego (1999), en eurodiputado. Pero ha sido precisamente ante la «mayoría absoluta» de Rajoy, cuando el eurodiputadose toparía con una «insuperable dificultad» que le «impide continuar como afiliado al PP».
Se trata, según él mismo explica, de una «incompatibilidad» de diagnóstico y de respuestas ante la crisis. «La crisis es del sistema, no del funcionamiento del sistema», como cree el Gobierno, dice Vidal-Quadras; «no requiere píldoras paliativas, sino cirugía mayor», insiste, para abrazar en todos sus puntos la crítica de Vox al Ejecutivo: el «aumento brutal de impuestos», el «reparto de vocalías» en el Poder Judicial, el «continuismo en la negociación con ETA» y la «ausencia de democracia interna».
«Cuando hasta el presidente de honor», dice en alusión a Aznar, «se ha preguntado por qué Ortega Lara no está en el PP y Bolinaga está en la calle, algo raro está sucediendo que merece cierta atención», le advierte a Rajoy.
A diferencia de Abascal, Vidal Quadras apenas deja deslizar comentarios personales en su carta al líder popular. Su misiva es entera y descarnadamente política. «El dinosaurio es un Estado hipertrofiado e ineficiente que ni podemos manejar ni podemos pagar. Hasta que se admita este hecho incontestable y se actúe en consecuencia, no seremos un país de éxito. Y a mí se me hace imposible continuar en un partido cuya cúpula niega la realidad», defiende.
Y fiel a su feudo natural, el eurodiputado se centra especialmente en la crisis independentista: «No me siento capaz de digerir que se proclame que el Estado de las Autonomías ha sido un éxito», afirma, «y que se ofrezca a los separatistas catalanes, que ya han fijado el día y la pregunta para la liquidación de España como nación, diálogo sin fecha de caducidad».
Pero sobre todo, de lo que acusa Vidal Quadras a Rajoy, es de falta de arrojo. Tras advertirle de que la «sensatez no es suficiente», le lanza su último exhorto político: «Hasta hoy los impulsores de la desaparición de nuestra gran nación, los que han usado la bomba o la pistola o los que han recurrido a la reinvención del pasado y al envenenamiento del presente, han llevado siempre la iniciativa y, en consecuencia, las de ganar»
«El mirar hacia otro lado o el reiterado intento de apaciguarles con concesiones no ha funcionado». Y por si quedaran dudas, apostilla Vidal-Quadras en su carta a Rajoy: «Toda batalla no librada es una batalla perdida».