ABC-JON JUARISTI

Lo de Vox con la Reconquista es lo que la izquierda hace con la Guerra Civil

COMIENZO robándole un párrafo al gran Saul Bellow: «Siempre he tenido debilidad por las notas a pie de página. A mi modo de ver, una nota a pie de página, sea inteligente o perversa, ha redimido más de un texto. Y ahora me doy cuenta de que me sirvo de una larga nota a pie de página para introducir un asunto serio». O sea, que las notas a pie de página sirven a veces para introducir o encabezar, como notas de cabeza de página. Tales notas remiten en general a un texto ausente. De ahí que Alfred North Whitehead pudiera afirmar aquello de que «toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filosofía platónica» o que Nicolás Gómez Dávila (un auténtico y respetable reaccionario, no como los de Vox) escribiera unos Escolios a un texto implícito, toda vez que los escolios son notas a pie de página que se colocan en los márgenes verticales de la misma, como alas de serafines.

La nota a pie de página –según Anthony Grafton– fue un descubrimiento del siglo XVI que vino a sustituir a los escolios, algunos dicen que con ventaja. Yo la utilicé bastante hasta que, hace dos años, decidí no recurrir a ella en uno de mis libros, lo que produjo la ira de un paleto universitario que recomendó retirarlo de la circulación porque no se ajustaba a los preceptos de la tribu. No se ajustaría, pero fue el único libro español de 2017 plagiado de pe a pa por un gabacho premiado por la Académie Française, lo que no deja de ser un homenaje del vicio a la virtud, etcétera.

Esta columna es una nota a pie de página a un artículo sublime de David Jiménez Torres aparecido en «El Mundo» del pasado jueves 4 de abril bajo el título de «Reconquista: el videojuego», donde, tras afirmar que «Vox no parece concebir la historia como un texto sino como un videojuego», añade que «no se trata de explicar la Reconquista sino de jugar a habitarla».

Pues bien, eso que la derecha nacionalista (española) hace con la Reconquista es prácticamente lo mismo que la izquierda española en su conjunto está haciendo con la Guerra Civil desde hace veinte años. Está jugando a habitar la Guerra Civil con la vana esperanza de ganarla, pero tanto la Reconquista como la Guerra Civil concluyeron en 1492 y 1939, respectivamente. La Reconquista arrancó poco después de una pérdida –la Pérdida de España en el 711– y la Guerra Civil arrancó de otra: la Pérdida de la Democracia en 1936, porque suponer que hubo democracia en cualquiera de los bandos beligerantes es para morirse de risa.

Pero, claro, nadie quiere quedarse al margen del videojuego, y hasta un musulmán de Sevilla llamado Yihad Sarasúa exige que Felipe VI pida perdón por la expulsión de los moriscos. La cepa católica conversa al islam, por cierto, es algo especial en esto de reproducir el pasado segun la lógica del videojuego, porque sigue –inconscientemente, al parecer– los comportamientos de los pocos intelectuales moriscos de la época de la expulsión que se opusieron a ella alegando que los musulmanes vinieron a España en 711 a liberar a los hispanos oprimidos por los visigodos, pues los hispanorromanos habrían recibido una evangelización de sesgo islámico del apóstol Santiago y de sus compañeros árabes, los varones apostólicos. El pasado año, el profesor Vicente Haya, de la Universidad de Sevilla (vale decir Abdelmumin Aya) publicó su ensayo Descolonizar a Jesucristo, defendiendo la condición protoislámica de Jesús, hablante de arameo, lengua más cercana que otra alguna al árabe coránico. En fin, se podría creer que vuelven los tiempos de Miguel de Luna, de Pedro de Castro y de los libros de plomo de Sacromonte, pero no hay que preocuparse mucho. Se trata de otro videojuego.