- Constituye un crimen de lesa patria que el Gobierno Sánchez siga sin abordar un plan de reducción del gasto
Los últimos datos económicos no hacen sino confirmar que la carretera por recorrer se vuelve más y más peligrosa. Nuestra inflación, ya próxima al 11%, superior en dos puntos a la existente en la Eurozona y con un 6% de subyacente constituye más que una alarma roja. Combatirla es una necesidad y así lo están entendiendo todos los rectores económicos de los principales países, pero el combate ralentizará aún más la evolución del PIB. Su evolución en Estados Unidos lo demuestra -dos trimestres en caída-, sin que la realidad europea resulte mucho más halagüeña. En nuestro caso, el crecimiento habido en el segundo trimestre -1,1%- ha sido mayor del que preveía el Banco de España, pero menor que el necesario para que se cumplan las previsiones -ya rectificadas a la baja- de Nadia Calviño. Todo apunta a que tampoco este año creceremos según ha pronosticado el Gobierno en su segundo pronóstico: 4,3%. Y todo ello con la perspectiva de aumento de los tipos de interés y con la persistente incertidumbre que provoca la guerra de Putin, cuya próxima consecuencia será un frío otoño que helará aún más las gélidas perspectivas económicas. Hasta la recaudación tributaria que en los cinco primeros meses del año creció un 21,3%, ha frenado su crecimiento al aumentar en junio solo un 10,3%, porcentaje modesto si se considera que la inflación interanual es el 10,8%.
Como muestra, frente al supuesto 2,8% de aumento inter trimestral del empleo, lo cierto es que el número de horas trabajadas en el segundo trimestre solo superan en un 0,4% a las trabajadas en el primero
Así las cosas, el único dato al que se agarran los que no quieren abandonar el triunfalismo son los datos de empleo que, según la última EPA, indican que en España sigue aumentando el número de trabajadores en activo, pues los existentes en el segundo trimestre serían un 2,8% más que los que existían en el primero. No obstante, este dato debe relativizarse. Primero, porque se trata de un indicador retardado que se mueve con cierto retraso respecto de la evolución de la coyuntura económica. Segundo, porque el porcentaje citado incorpora una evidente sobrevaloración debida al conocido maquillaje estadístico provocado por la contra reforma laboral de Yolanda Díaz. Como muestra, frente al supuesto 2,8% de aumento inter trimestral del empleo, lo cierto es que el número de horas trabajadas en el segundo trimestre solo superan en un 0,4% a las trabajadas en el primero.
Frente al sombrío panorama que se deduce de lo expuesto, la respuesta del Gobierno español no puede ser más decepcionante pues incluye un conjunto de medidas a cada cual más perniciosa. Al constante recurso a las subidas impositivas cuyas manifestaciones más recientes son la ignominiosa utilización de la inflación como impuesto y la creación de las dos esotéricas figuras que gravarán a las sociedades energéticas y bancarias, se unen la inacción más lacerante en términos de contención del gasto público -acaba de aprobarse el techo de gasto más elevado de la historia-, y determinados gestos del más puro corte peronista. El último de éstos ha sido la aparición de Sánchez en un acto de Gobierno sin corbata y con el cuello abierto, en un guiño populista que le hacía destinatario de aquellas palabras de Evita Perón: “Mi querido descamisado”.
Que la vigilancia del cumplimiento de la prohibición de trasladar el impuesto vaya a ser encomendada a dos órganos no tributarios, CNMC y Banco de España, carentes de las potestades necesarias suena a chiste
Volviendo a lo serio, constituye un crimen de lesa patria que el Gobierno Sánchez siga sin abordar un plan de reducción del gasto. Parece que no considera que el déficit y la deuda públicos sean un problema para la economía española. Pues lo son y ahora todavía más con la evolución reciente y futura de los tipos de interés.
Y siguiendo con lo serio, lo de los nuevos impuestos lleva camino de convertirse en la mayor barbaridad técnica de la historia de la Hacienda española. Por referirnos solo a la última novedad, que la vigilancia del cumplimiento de la prohibición de trasladar el impuesto vaya a ser encomendada a dos órganos no tributarios, CNMC y Banco de España, carentes de las potestades necesarias suena a chiste. Uno más de entre aquellos a los que no tiene acostumbrados este Gobierno presidido por el despechugado Sánchez.